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Erik Satie - Honfleur

Erik Satie - Honfleur

La música de Erik Satie me aletea en el estómago. A ratos me corta la respiración y luego me devuelve a la tranquilidad más clara que conozco. Escucho a Satie y Honfleur en mi memoria es como el lugar al que siempre se podría volver si quisiera detenerme un tiempo, si quisiera recuperar un lugar donde se cruzan los vientos y los tiempos.

Estuve en Honfleur, la ciudad natal de Satie y donde se puede visitar su casa (hoy museo) hace dos años. Los días más largos que he podido vivir los he vivido en Normandía, pues el sol no se ponía hasta más allá de las once de la noche. Esos anocheres espectaculares sobre el oceáno Atlántico eran de una belleza tan brutal que casi hacía daño. Esa luz, dignificadora del paisaje y de las arquitecturas, fue la que cautivó a los impresionistas. El puerto de Honfleur sigue siendo un lienzo impresionista.

Por el contrario, la casa-museo del músico Erik Satie es acogedera como una juguetería -¿te acuerdas, Raquel? -. De dimensiones encorvadas hacia adentro, como todas las casas tracionales de la villa -y más aún si eran de pescadores- la casa aparece llena de curiosos artilugios e inventos del músico, tan surrealistas como algunos de sus arpegios, tan dadaístas como muchas de sus notas-suspiros. Mientras la recorríamos, sobrevolaban las paredes las gymnopedies y las gnossiennes. Era como estar dentro un travieso agujero negro en el que nostalgia y alegría anduvieran revueltas y en fusión.

 

(*Además de las varias interpretaciones "clásicas" que existen de la música de Satie, es muy recomendable la versión jazzistica de Jacques Loussier Trio.)

 

 

 

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