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Letras y artes

Por escribir sus nombres, de Víctor Juan

Por escribir sus nombres, de Víctor Juan  

           "Por escribir sus nombres" es un magnífico título para un libro. Para una novela. La que ha escrito Víctor Juan sobre el amor sin sitio entre Francisco Ponzán y Palmira Plá, durante la guerra civil española y la segunda guerra mundial. Se presenta mañana, 31 de mayo, a las 20 horas, en la Biblioteca de Aragón, en Zaragoza, durante un acto que seguro contará con un buen puñado de amigos, entre ellos Antón Castro y José Luis Melero, que van a estar de oficiantes junto al autor.

         "Por escribir sus nombres" es un libro emocionado y emocionante. Se nota que a Víctor Juan los personajes reales le han conmovido hasta el tuétano, y eso es bueno, creo yo. Tampoco es extraña la devoción, porque ciertamente las vicisitudes personales y colectivas de Francisco Ponzán y Palmira Plá no pueden dejar indiferente a ninguna persona de ley. Francisco Ponzán fue discípulo del asesinado Ramón Acín, - delicado artista, generoso profesor y más generoso luchador- y, como éste,  de credo y vida anarquistas. Bajo este ideario se entregó a la lucha en la guerra civil y después, prolongando sus  actuaciones en el afán de combatir a los vencedores franquistas desde el territorio de la Francia de la segunda guerra mundial.  

           Palmira Plá, que lo conoció en Caspe, donde permanecía el Consejo de Defensa de Aragón, sentía que esa diferente forma de estar en el compromiso común -ella era socialista- los separaba tan inevitablemente como la propia historia, tan difícil, lo estaba haciendo. Amó a Francisco Ponzán. Pero, mientras éste hubiera querido llevarla en volandas a su lado, fuera como fuera, contra toda corriente, Palmira se impuso la disciplina y fue tan racional como la necesidad de sobrevivir le dictaba. Se amaron sin sitio, encontrándose y desencontrándose, buscándose y perdiéndose, rememorándose y olvidándose, hasta que los alemanes asesinaron a Ponzán una semana antes de la liberación de París, mientras Palmira velaba su prisión en Toulouse, de donde se lo llevaron para matarlo junto a otras cincuenta personas, quemando después sus cuerpos.

           Palmira era maestra comprometida. Paco un combatiente. Su historia no es más triste ni heroica seguramente que la de muchos de aquel entonces. Ni más desgarradora, con todo lo que lo es. Y Víctor Juan lo expone con decisión y delicadeza, siguiéndoles los pasos, imaginando lo que pudo suceder, contándolo para que al cabo de los años no lo olvidemos. Una historia de amor imposible, como muchas. A la que acompaña la que se cuenta entre el narrador de la novela y la abogada y librera Irene, que crece en paralelo a la novela y casi se marchita un poco por el temor y la mordaza de las experiencias. Frente a ella la historia de Francisco y Palmira es más imposible si cabe, pero más real, porque su imposibilidad no fue cobardía o silencio, sino desesperación. Y seguramente, en la novela la sombra de aquella gran historia ayuda a que la otra, la de ahora, crezca y tome vuelo porque lo contrario no hubiera sido justo para la de entonces.

            Un libro éste "Por escribir sus nombres" en el que aprendemos complejidad emocional e intelectual. En el que aprendemos de la fuerza de las palabras, del vigor de un nombre que se pronuncia como una oración, como una advocación para seguir viviendo, tan real como la propia presencia amada. Víctor Juan aúna relato y sentimiento poético, temblor, sin duda, en este libro, que yo ya he terminado de leer con tanto gusto.



* Un nombre pronunciado: cuando yo estudiaba COU en la antigua Universidad Laboral de Zaragoza tuve una profesora de francés, que hablaba un francés dulce y excelente y contaba algunas cosas sin contarlas. Era aún tiempo de silencio. Ella era Sol Acín. Yo entonces no lo sabía, pero era la hija de Ramón Acín, aquella que con su hermana Katia jugaba de pequeña con la caja de música evocada en la novela de Víctor Juan, y que fue una de aquellos profesores de aquella extraña Universidad Laboral junto a los que aprendí que las cosas no eran lo que parecían en este país y que otra forma de vivir era posible. Hoy sé que la línea del tiempo, a pesar de todo, no se terminó pues de romper. Que aún nos alcanzó la honestidad de aquellos que con tanto sufrimiento supieron esgrimirla y vivir o morir con dignidad.



*Víctor Juan, "Por escribir sus nombres". Prames. Zaragoza. 2007.



Dos poemas de Vicente Aleixandre

Dos poemas de Vicente Aleixandre

 

 

Sin muchas palabras dejo aquí dos poemas de Vicente Aleixandre, uno de los poetas con lo que aprendí donde encontrar poesía, precisamente en los dos libros de los que traigo los dos poemas. Venían en una hermosa edición de Castalia, de páginas suaves y elegantes, que conservo ahora junto al mar. Es bueno que esté allí. Los títulos de los libros fueron en la adolescencia para mí como milagros de la imagen poética: "La destrucción o el amor" y sobre todo "Espadas como labios".




Poema de amor ( De "Espadas como labios")



Te amo, sueño del viento:
confluyes con mis dedos olvidados del norte
en las dulces mañanas del mundo cabeza abajo
cuando es fácil sonreír porque la lluvia es blanda.

En el seno de un río viajar es delicia;
oh peces amigos, decidme el secreto de los ojos abiertos,
de las miradas mías que van a dar en la mar,
sosteniendo las quillas de los barcos lejanos.

Yo os amo, viajadores del mundo, los que dormís sobre el agua,
hombres que van a América en busca de sus vestidos,
los que dejan en la playa su desnudez dolida
y sobre las cubiertas del barco atraen el rayo de la luna.

Caminar esperando es risueño, es hermoso,
la plata y el oro no han cambiado de fondo,
botan sobre las ondas, sobre el lomo escamado
y hacen música o sueño para los pelos más rubios.

Por el fondo de un río mi deseo se marcha
de los pueblos innúmeros que he tenido en las yemas,
esas oscuridades que vestido de negro
he dejado ya lejos dibujadas en espalda.

La esperanza es la tierra, es la mejilla,
es un inmenso párpado donde yo sé que existo.
¿Te acuerdas? Para el mundo he nacido una noche
en que era suma y resta la clave de los sueños.

Peces, árboles, piedras, corazones, medallas,
sobre vuestras concéntricas ondas, sí, detenidas,
yo me muevo y, si giro, me busco, oh centro, oh centro,
camino, viajadores del mundo, del futuro existente,
más allá de los mares, en mis pulsos que laten.



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Mañana no viviré ( De "La destrucción o el amor")



Así besándote despacio ahogo un pájaro,
ciego olvido sin dientes que no me ama,
casi humo en silencio que pronto es lágrima
cuando tú como lago quieto tendida estás sin día.

Así besándote tu humedad no es pensamiento,
no alta montaña o carne,
porque nunca al borde del precipicio cuesta más el abrazo.

Así te tengo casi filo,
riesgo amoroso, botón, equilibrio,
te tengo entre el cielo y el fondo
al borde como ser o al borde amada.

Tus alas como brazos,
amorosa insistencia en este aire que es mío,
casi mejillas crean o plumón o arribada,
batiendo mientas me olvido de los dientes bajo tus labios.

No me esperéis mañana -olvido, olvido-;
no, sol, no me esperéis cuando la forma asciende al negro día creciente;
panteras ignoradas -un cadáver o un beso-,
solo sonido extinto o sombra, el día me encuentra.




* La imagen es el cuadro "El beso" del pintor surrealista René Magritte.

    

 

       Después de algunas vicisitudes, ya está en Internet el número-versión 14 de El Cronista de la Red. Os adelanto aquí sus contenidos y espero que os guste:



  • - Entrevista de Raúl Tristán a Pilar Belver, con la novela "La vendedora de tornillos" como fondo de la conversación.

  • - "Poemas" de Sergio Borau, con ilustraciones de Chema Lera

  • - "Selección de Poemas", de Magdalena Lasala, también ilustrados por Chema Lera

  • - "Anatomía de ti", poemas de Fernando Sarría y fotografías de Miguel Angel Latorre

  • - "Peregrino sueña miedo", de Emilio Gil, con un dibujo de Chema Lera

  • - Un Poema de Safo, traducción y comentario de Rafael Lobarte

  • - Sobrenombres nº 8: Biografía de Odón de Buen, por Antonio Pérez Morte, y Retablo Mayor de Zuera, por Luisa Miñana

  • - Muestra de las tallas en madera de Mariano López Maisanava

  • - "Menorca", reportaje fotográfico de Malatorre

  • - Voladuras nº 3, la sección de Chema Lera

  • - "Sudáfrica", texto y fotografía de un viaje, por María Fustero y Jesús Ruz

  • - "Nuestras lenguas", la sección que conduce Marisa Lamarca

  • - Libros en Aragón: reseñas de "En el Remolino" de José Antonio Labordeta y "Aprendizajes tardíos" de Fernando Aínsa

  • - "Nuevas Miradas", dibujos de Sergio Moreno.



Federico

Federico

 

 

 

Verte desnuda es recordar la Tierra,

la Tierra lisa, limpia de caballos.

La Tierra sin un junco, forma pura,

cerrada al porvenir: confín de plata.


Verte desnuda es comprender el ansia

de la lluvia que busca débil talle,

o la fiebre del mar de inmenso rostro

sin encontrar la luz de su mejilla.


La sangre sonará por las alcobas

y vendrá con espadas fulgurantes,

pero tú no sabrás donde se ocultan

el corazón de sapo o la violeta.


Tu vientre es una lucha de raíces,

tus labios son un alba sin contorno.

Bajo las rosas tibias de la cama

los muertos gimen esperando turno.



         Esta es la Casida IV, que lleva por título "De la mujer tendida", incluida por Federico García Lorca en el "Diván del Tamarit", un espléndido libro, no tan nombrado como "Poeta en Nueva York" o "Romancero gitano", pero clave para entender la iconografía, el mundo emocional y telúrico de Lorca.

         Hacía tiempo que no releía a Federico. Siempre, desde la adolescencia, Lorca fue Federico. Aleixandre era el Aleixandre susurrado de Wellingtonia, como Cernuda era el romántico que nos ligaba a Europa, o Alberti,  Rafael Alberti, el que volvía a casa y adorábamos por los teatros. Lorca era Federico. Ya legendario ahora, ya enseguida como de la familia. Cuando en las conversaciones de bares, de parques, de pasillos en la vieja Facultad de Letras, hablábamos y hablábamos, y nos deshacíamos en ganas de desmenuzar el imaginario lorquiano, las pasiones lorquianas, el arte lorquiano, sólo decíamos: porque Federico... Había más, bastantes más poetas pegados en nuestros talones. Pero Federico era "el poeta". Hoy sé que añadiría cosas a aquella visión y a aquel sentimiento de adolescente y de jovenzuela, cosas que seguramente vuelven mucho más terrenal al ídolo. Pero también sé que dos de mis experiencias más preciosas y precisas con la literatura, se las debo a Federico.

         La más antigua fue la adquisición de "Doña Rosita o el lenguaje de las flores", en la colección Clásicos de Austral, de color rosa. Bajé desde mi barrio fronterizo de Colón, entre San José y Torrero, a la Librería General a comprarlo, por recomendación de mi profesora de literatura, cuando le pregunté qué podía leer de Lorca. Empieza de momento por esto, me dijo. No sé, tendría trece años, creo. En aquella clase se leía bastante en voz alta. Y se leyó a Lorca en varias horas: La Zapatera Prodigiosa. Me quedé con las ganas, claro. La Librería General estaba entonces, si no recuerdo mal, casi pegada a la Plaza de España de Zaragoza, por donde anda hoy un concurrido Café. Lo compré con emoción, aunque el dependiente se extrañara, recuerdo. Y comencé con emoción a leerlo ya mientras volvía a casa. Tan distinto a Dickens..., decía yo, en aquel momento en que acababa de zamparme, llorando a moco tendido en mi cuarto, "Oliver Twist". El mundo se ampliaba a pasos agigantados. El lenguaje lorquiano me dejó de un aire.

         Unos años después fue, cuando, ya estudiante de Historia en esa Facultad de Letras, cuyo edificio hoy se tambalea e inevitable referente siempre, durante varias sesiones vespertinas, Rafa, Lope y yo misma nos dedicamos, sentados invariablemente en la misma mesa de un bar cutre -con solera, decíamos- de la calle Heroísmo, a desmembrar cuanto pudimos el "Romance sonámbulo". Nos agotó. Era para nosotros un mundo inabarcable, cada vez más hondo, más cuajado de iconos, propuestas y sentimientos que se entrelazaban, que se abrían unos a otros como puertas a campos batallados, que se llenaban de signos, de fuerzas naturales, de tragedia. Desentrañar las metáforas lorquianas nos agotó. Y no dejo de temblar todavía al recordar aquellas tardes, aunque hoy vea ya de otra manera toda esa iconografía.

         Seguramente le deba a Federico mi convicción de que la literatura no puede separar pensamiento y emoción y honestidad. Perogrullo, me diréis. A menudo no lo es tanto.

         Sólo una cosa más. Tengo una espina gigantesca. Nunca he visto una representación de "El Público". Me perdí la de Lluis Pasqual y creo que nunca me lo perdonaré.

        

Hay una raíz amarga

y un mundo de mil terrazas.


Ni la mano más pequeña

Quiebra la puerta del agua.


¿Dónde vas, adónde, dónde?

Hay un cielo de mil ventanas

-batalla de abejas lívidas-

y hay un raíz amarga.


Amarga.


Duele en la planta del pie

el interior de la cara,

y duele en el tronco fresco

de noche recién cortada.


¡Amor, enemigo mío,

muerde tu raíz amarga!



         Este último poema se llama "De la raíz amarga", y es la Gacela VI de "Diván de Tamarit".


         * María Manuela ha subido un post sobre imágenes, recuerdos y fotografías. Recuerdos. Ella dice que le habrá dado por ahí porque es su cumpleaños. Así que sirvan estos otros recuerdos como muy cariñosa felicitación por mi parte.

 


Titirimundi

Titirimundi

 

 

 

Estos días se celebra en Segovia el festival de títeres, Titirimundi, que cumple este año su vigésimo primera edición. La ciudad entera se convierte en escenario de las representaciones, farsas e historias que discurren en manos de títeres, marionetas, mimos, titiriteros, actores, músicos y gentes en general de similar ralea. La fiesta es tan explosiva que su influencia llega a otros muchos puntos de la geografía de Castilla y León y de la Comunidad de Madrid. Del todo recomendable para el que pueda asistir a alguna de la sesiones de mágica farándula. Y quienes no podamos, nos daremos más de una vuelta por la web que nos las cuenta y sentiremos una arlequinesca melancolía.

No sé cuándo me empezaron a conquistar los títeres y marionetas. Supongo que al principio me gustaban como les gustan a todos los niños. Luego esa fascinación por el muñeco en movimiento, con su capacidad de remedar historias de los hombres y sublimarlas o ridiculizarlas sin compromiso, con entera libertad, me fue llevando ya a un interés de otro tipo, digamos un poco más elaborado. Sin embargo, he de reconocer que mi relación con los títeres y marionetas es mucho más emocional que intelectual. Me gustan en sí mismos, como objetos. Pero además para mí son mágicos. Como lo han sido en realidad desde el comienzo de su historia entre los humanos, puesto que su origen parece estar ligado a todas luces con las ceremonias y creencias religiosas: en Egipto, en China, en India, en Turquía, o luego ya en Grecia y Roma. El cristianismo los desterró luego de su mundo, mas ellos resurgieron.

A lo largo de la historia ni títeres ni titiriteros han tenido buena prensa. Siempre han sido mirados de reojo y con mucho resquemor por los poderes establecidos. Incluso han sido prohibidos en varias épocas. Su ligazón con los seres humanos es, no obstante, mucho más importante de lo que cualquier poder puede manipular. Tiene que ver con lo que no llegamos a explicarnos. Con nuestros espejos. Con nuestra necesidad de conjurarnos en historias que nos exorcicen del tiempo, del espacio y de su fatalidad. El títere pertenece al mismo rango expresivo que la pintura, el teatro, el cine, el video: nos cuentan cosas de nosotros mismos mediante imágenes subyugantes. Sobre todo al de los tres últimos, porque el títere necesita también movimiento para completar su poder. Acaso el primer títere fue el mismo hombre prehistórico en su cueva, es decir la sombra de ese hombre. Por eso un títere quieto, una marioneta en reposo, tiene algo perturbador que desaparece en cuanto se mueve. Por eso nos fascina tanto la relación de los muñecos y sus manipuladores, cuando éstos se convierten a su vez en parte del espectáculo, desde los actores que actúan junto a los títeres y marionetas hasta los ventrílocuos.





Tengo en casa algunas marionetas. Todas, menos una, me las han regalado amigos generosos que me conocen. La última ha venido desde Birmania en manos de Marisa Lamarca y es la que pongo en la fotografía. La más rara es una marioneta que me representa a mi misma. La hicieron hace bastantes años otros amigos con sus propias manos y es una imagen muy aproximada de cómo era yo entonces, cigarrillo incluido. Todas mis marionetas están a la vista, excepto ésta: porque el tiempo ha pasado para ella igual que para mí, y no quiero verla. Me hace pensar cosas extrañas. Nunca he sabido si agradecerles el regalo o no a mis amigos, la verdad. La hicieron de barro, como dios al hombre y a la mujer.

En Titirimundi participan dos compañías aragonesas de renombre internacional: Los Titiriteros de Binéfar y Teatro Arbolé. Precisamente hace unos poquitos días compré en Cálamo un libro editado por Teatro Arbolé, en su colección Librititeros, que estoy leyendo con sumo interés: "Títeres: historia, teoría y tradición", del cubano Freddy Artiles, investigador teatral especializado en el teatro de títeres y para niños. El libro se estructura en tres partes bien diferenciadas: en la primera Artiles traza un recorrido por la historia universal del títere a través de las diferentes civilizaciones y épocas. En la segunda cuenta las formas tradicionales del teatro de títeres, como el Karagoz turco, el bunraku de Japón, las representaciones chinas, los pupi sicilianos o los títeres africanos. Y finalmente, en la tercera parte se centra en cuestiones teóricas y de técnica de manipulación. Todo ello con un montón de fotos muy interesantes. Si os gustan los moñacos, este libro es una gozada.


** Actualización: María Manuela ha recordado en su comentario la canción de Serrat, El Titiritero. Iba a copiar aquí la letra, pero mejor dejo el enlace a Cancioneros.com, donde aparece y podeis leerla.  Hay una versión en un video de Youtube, pero es que es muy mala.

* La primera imagen viene desde la web de Titirimundi.

Dos poemas de Joan Margarit

Dos poemas de Joan Margarit

 

 

A l´hivern abans de l´alba


Les recordo d´infant: les portes grans,

il-luminades del mercat s´obrien

-com si fossin la mare, que no hi era-

la fosca gelada del carrer

on jo anava, poruc, cap a l´escola.

Vénen dels carrers foscos de la infancia

totes  les pors del vells?

Mare, la porta gran il-iluminada

d´un nen que vas deixar massa temps sol.




En invierno antes del alba


Las recuerdo de niño, iluminadas:

aquellas grandes puertas del mercado

-eran como , mi madre, que no estaba-

se abrían a la helada oscuridad

de la calle por donde, con temor,

yo pasaba camino de la escuela.

Los miedos de los viejos, ¿vienen todos

de las calles oscuras de la infancia?

Madre, la puerta grande iluminada

de un niño al que, durante aquellos años,

dejaste demasiado tiempo solo.




El venedor de roses


Solitari i furtiu, l´home del ram

va pels locals nocturnes buscant parelles.

L´he trobat pels carrers vora la Rambla

amb unes roses sense olor de roses

en una nit que no fa olor de nit.

M´he perdut pels darrereres de la vida.

Una dona en la fosca que no ets tu

t´ha pres els ulls i plora. La ciutat

es una exacta i monstruosa còpia.

Como si Cupido ja s´hagués fet vell,

Passa escopint el vendor de roses.

Mentre s´allunya penso: al teu amor

no li perdonis res. Ni el seu final.



 



El vendedor de rosas


 

Solitario y furtivo, con su ramo,

va a locales nocturnos en busca de parejas.

Lo he encontrado en las calles cercanas a la Rambla

con unas rosas sin olor a rosas

en una noche sin olor a noche.

Me perdí en las traseras de la vida.

Una mujer que no eres tú, en la sombra,

te ha robado los ojos y llora. La ciudad

es una exacta y monstruosa copia.

Como un Cupido viejo,

pasa escupiendo el vendedor de rosas.

Mientras se aleja, pienso que a tu amor

no le perdones nada. Ni el final.




                 * Joan Margarit. Casa de Misericordia. Visor, 2007. La traducción al castellano es del propio autor. Muy interesante es la web oficial de Joan Margarit.


                  * La fotografía es de Manel Armengol. Lleva por título "Barcelona Término" y pertenece a la serie "España 1976-1980). © 2007 Manel Armengol. Joan Margarit tiene un poemario llamado "Estació de França", publicado en Hiperion.

                 



Dos poemas de José Barroeta

Dos poemas de José Barroeta

             

 

              Estos días tengo más tiempo para leer. Esa es una de mis mayores carencias: tiempo para leer. Y sin embargo, ahora que lo tengo, me enoja y quisiera echar a correr por las calles bajo todas las tormentas de estos días. Porque ya sabéis que nada se obtiene sin contrapartida. Como tengo más tiempo, voy abriendo y disfrutando algunos de los libros acumulados. Compramos hace unas semanas la Poesía completa (1971-2006) del venezolano José Barroeta, editado por Candaya bajo el título "Todos han muerto". Los editores ponderan especialmente el último poemario "Elegías y olvidos", ciertamente denso, atinado, directo al centro, como en poemas como este "Viaje":



No pierdas sol

ve solo.

Pon una mano

un ojo contra otro

vive de pedazos.



          Pero la verdad es que hay en estas obras completas libros de mucho calado. Dejo otros dos poemas más, recogidos dentro del poemario "Lugares comunes":



 

Puerto de Santa María y Campana

Llueve, llueve en el puerto, en el cuerpo

en el silencio.

Mi madriguera de hojas azules voltea

naufraga en el porvenir de la lluvia y de las vocales

abiertas en la tierra firme.

Llueve y gime la palabra

el corazón de los peces en la boca de ostra

la oración y la iglesia destruida por una lluvia

que no llega y sin embargo llueve.

Mi ombligo de Dios es una tienda húmeda

nos custodia de las aguas lejanas y del ventarrón

de la niebla

en una colina desconocida.

En mí están lloviendo los ojos

y como siempre doblo.



                   

Lugar Común

 

Hemos puesto los puntos sobre las íes.

La calle cae y al fondo, donde queda la miseria,

abundan letreros, cartas abandonadas

viejos burgueses enfermos de amor.

Hay un martillo, un golpe de ginebra en los lugares

Desleídos por el fastidio y la intimidad de las tormentas.

Hay un mesón donde bebemos y escribimos versos inútiles

a un amigo que pone puntos sobre las íes en invierno

y llega a veces hasta aquí

alto y enfermo como los poemas que pensamos

por si viene Dios.



*(José Barroeta. Todos han muerto. Poesía completa (1971-2006). Candaya, 2006): Las ediciones poéticas de Candaya, muy cuidadas, contiene un CD con poemas recitados por los autores.


*La imagen reproduce una pintura de W. Turner.


Conocida desconocida -2: La techumbre de la catedral de Teruel

Conocida desconocida -2: La techumbre de la catedral de Teruel

 

 

         Inde descubrió muy agudamente que la mujer de la imagen del post "Conocida-desconocida-1" habita desde finales del siglo XIII en la techumbre mudéjar de la Catedral de Teruel. Extrañamente escoltada, por cierto, pues a su lado están un apóstol y la figura de quien parece una reina. De ella no tenemos tantos datos, a no ser que sea alguien que desde nuestro tiempo se ha colado allí, Teresa por ejemplo, que se reconoció al verse. En fin, aquí la podéis ver, a esta desconocida-conocida, ubicada adecuadamente.

         No me resisto a la tentación de aprovechar la ocasión para hablar un poco de esa techumbre, aunque supongo que a estas alturas no hace falta decir que es una obra de carpintería mudéjar extraordinaria y, sin duda, una de las razones por las que merece la pena darse una vuelta por Teruel.





         La singularidad de la techumbre radica tanto en su estructura como en su decoración pictórica. Y en esta apreciación, como en lo que cuento a continuación, sigo a pie juntillas el análisis del profesor Gonzalo Borrás, especialista principal en el arte mudéjar aragonés y en el arte mudéjar en general. La techumbre alcanza unas dimensiones de 32 metros de longitud por 7,76 metros de anchura. Desde un punto de vista estructural, la techumbre es un armadura de madera, de las denominadas "de par y nudillo", con tirantes de vigas dobles apeados en canes o asnados.  Explico: los nudillos forman la parte arquitrabada de la techumbre, ( la que está en paralelo al suelo), que se llama técnicamente almizate o harneruelo. Los pares conforman los planos o faldones inclinados. De esta forma la techumbre describe un perfil trapecial.  Además hay diez tirantes de vigas pareadas, que sirven para establecer nueve secciones desde un punto de vista iconográfico. Este tipo de armaduras de par y nudillo deriva del arte almohade. La novena y última sección (contando desde el crucero de la iglesia hacia los pies) corresponde a la restauración realizada después de la Guerra Civil, o sea está rehecha.





         La techumbre aparece profusamente ornamentada. Conviene destacar el uso amplio de la decoración figurada, que se distribuye fundamentalmente en los tabicones laterales que se encuentran entre los canes y los tirantes; también en las llamadas tabicas hexágonales que cierran las calles entre los pares de los faldones. Parece haberse descartado la existencia de un programa iconográfico unitario para toda la decoración, dada la gran variedad de temas dispuestos: escenas de carácter religioso, pero también otras profanas diversas, como las correspondientes a la representación de los oficios y acciones empleados en la construcción de la propia techumbre. También abunda la ornamentación proveniente de bestiarios y otros temas de compleja interpretación.

         Señala Borrás que la decoración está ejecutada al temple sobre tabla y que, estilísticamente, corresponde a las características del gótico líneal del último tercio del siglo XIII. Sin embargo, las fuentes y modelos parecen situarse más bien a comienzos del siglo XIII, en concreto en miniaturas bizantinizantes de hacia 1200, y en modelos relacionados con las pinturas del desgraciado monasterio de Sijena.  Se piensa que sus ejecutores fueran artistas arcaizantes, por tanto. También se ha señalado la coincidencia con temas decorativos y ornamentales de la propia cerámica decorada turolense, de gran importancia, como se sabe.

         Sé que la explicación ha salido un poco técnica. Tiene su razón de ser: conviene que se sepa la complejidad de esta obra magnífica, para apreciar todavía mejor la excelencia de los resultados. Pero, si os resulta un poco arduo, siempre podéis quedaros con la sensación de las imágenes: creo que hablan por sí solas. Así que ya me callo.




 

 

                 ( Dos cositas más:

                 * El texto toma las ideas de Gonzalo M. Borrás Gualis. “Arte mudéjar aragonés”. Ibercaja/Colegio Oficial de Aparejadores y arquitectos técnicos de Zaragoza. 1985.   

                                *     Las fotografías han sido realizadas por José Antonio Melendo, cuyo excelente trabajo ha contribuido a la muestra “Tierras de frontera”, de la que existe web y catálogo. Mi agradecimiento por estas espléndidas imágenes que me han hecho muy feliz.)





Manuel Vilas tiene blog

 

             El narrador y poeta aragonés, Manuel Vilas, ha abierto por fin su blog. Va a estar dedicado a las cosas de la literatura y lo ha inaugurado con un post sobre Raymond Carver, que llama la atención por su atinada comprensión de la  distancia que media entre el lenguaje poético hispano y el anglosajón, especialmente el norteamericano, y por su justo análisis del fenómeno de la gran difusión que ha tenido en España el último libro de poemas de Carver.  Seguro que vamos a aprender un mogollón.

            ¡Bienvenido a la travesía!

 

 

Conocida desconocida -1

Conocida desconocida -1

 

 

           A veces encuentras desconocidos a los que crees conocer de algo, pero no aciertas a ubicarlos ni en un tiempo ni en un espacio concretos de tu vida, o de la vida en general. Esto es bastante normal, creo. Me he encontrado con la imagen de esta mujer hace unos días.  Me pareció que la había visto antes y, aunque no estoy segura, creo que fue hace unos meses, en una tienda de ropa. Claro que iba vestida de otra manera, vaqueros y un jersey naranja de punto, con un gran bolso. Elegimos, para probarnos, el mismo vestido. Y terminamos por no llevarnoslo ninguna de las dos. Quizás si no hubiéramos sabido que a la otra también le gustaba, lo hubiésemos comprado. Pero así, no había manera de decidirse. Era un vestido que se parecía mucho al que lleva la mujer en esta imagen. Así que tal vez ella volvió otro día.

            Pero a lo mejor no es ella. Puede ser ésta una imagen que representa a alguien con quien he soñado. A alguien, tal vez, que he imaginado moviéndose por la ciudad en algún tiempo que ya no llegué a conocer. Estas indefiniciones, esta falta de coordenadas, me trastocan, me desorientan.

            A vosotros, ¿no os suena? ¿No os recuerda a alguien? ¿Dónde la habéis visto o imaginado?

 



San Jorge

San Jorge

 

 

               Hoy, 23 de Abril, en Aragón se celebra la fiesta del Día de Aragón. Personalmente no soy demasiado proclive a estos eventos, aunque no dejo por ello de respetar el significado social e histórico que tienen.  Así que me ha parecido oportuno rescatar un  texto que todavía duerme en el limbo virtual de las viejas páginas que por Internet orbitan como satélites abandonados. Fue escrito para una antigua web del Día de Aragón:



         La gran importancia que para Aragón ha tenido y tiene la figura de San Jorge se comprende mejor si recordamos la tradición y la historia en las que se fundamenta la celebración del Día de San Jorge, hoy también Día de Aragón.


         En Aragón, a la leyenda original sobre San Jorge, llegada desde Oriente, se superpone la del milagro de la batalla de Alcoraz.


         La presencia de San Jorge en la historia de Aragón se entrelaza con la de la monarquía aragonesa, de la que se constituye tempranamente en patrón. Este patronazgo será asumido por la nobleza y los caballeros y por instituciones como las órdenes militares y cofradías. He aquí el antecedente y razón más próxima del patrocinio de San Jorge sobre Aragón, oficialmente reconocido con la instauración de la festividad en todo el Reino en el siglo XV.



La leyenda de San Jorge


         La leyenda de San Jorge, forjada en Oriente y difundida en Occidente de forma amplia a raíz de las Cruzadas, aúna la descripción del martirio del santo y el mito pagano de la victoria sobre el dragón, cristianizado a su vez por las fuentes medievales. La versión más antigua de la pasión del mártir es la de Pasícrates, tachada de extravagante por la Iglesia. Incluye sin embargo un dato de importancia: el martirio de San Jorge tuvo lugar el octavo día antes de las calendas de mayo a la hora sexta; es decir el 23 de abril al mediodía.


         La Iglesia prefirió las denominadas Actas Griegas de San Jorge, conservadas en la edición de Lipomano y Surio, según un manuscrito vaticano en latín. No obstante la popularización de San Jorge vino definitivamente con la difusión de La Leyenda Dorada de Santiago de La Vorágine en el siglo XIII

         San Jorge parece ser el trasunto de un personaje histórico poco conocido, no obstante. La reinterpretación legendaria mezcla dichas reminiscencias con mitos. San Jorge habría nacido en Capadocia y habría sido instruido en la piedad cristiana por su madre, con la que marchó a Palestina, tras la muerte del padre. Por su origen noble fue nombrado tribuno militar. Rico heredero, al morir su madre, entró al servicio del emperador romano. Pero cuando ve las crueldades a que son sometidos los cristianos, reparte su riqueza y se enfrenta a las autoridades y al propio emperador.


         Las fuentes hagiográficas recogen con variantes los terribles martirios a que San Jorge es sometido por defender su fe: atado a una rueda de cuchillos, arrojado a cal viva, sumergido en plomo ardiente, obligado a beber veneno, y finalmente, tras provocar conversiones y resurrecciones, es decapitado.

           La leyenda del dragón convirtió a San Jorge en un caballero vencedor de la tiranía. La ciudad libia de Silca estaba domeñada por un terrible dragón que se ocultaba en un gran lago. El monstruo despedía un terrible hedor que infestaba todos los alrededores. Había que alimentarlo para que no fuese a reclamar su comida a la ciudad. Llegó un momento que no hubo más alimento para el dragón que los propios habitantes de Silca, quienes debían sortearse el sacrificio.


         Un día la mala suerte recayó en la hija del rey. La princesa, resignada a su destino, se disponía ya a cumplir su terrible deber, cuando apareció San Jorge. La doncella le contó la terrorífica historia y el santo caballero se enfrentó al dragón al que doblegó y entrego prisionero y moribundo a la princesa para que lo condujera a la ciudad. Cuando todos los habitantes de Silca se hubieron convertido, San Jorge mató al dragón.

         Este episodio del dragón llega a Occidente desde Siria en el siglo XI por medio de los cruzados. Simbólicamente el dragón enlaza con la idea oriental, especialmente sumerial, del gran adversario, y del caos primigenio de la cosmología mesopotámica. En el texto de la Leyenda Dorada alude a la peste, a las frecuentes y mortíferas plagas medievales.


         La idea de enemigo primordial, y de la lucha heróica desplegada contra él, está además en relación con todos los mitos solares del Mediterráneo oriental, y es por extensión la representación del enemigo de Cristo y su pueblo. Enlaza por tanto con la lucha de la reconquista en territorio penínsular y con el milagro de la Batalla de Alcoraz en tierras aragonesas.

 





La batalla de Alcoraz


         La batalla de Alcoraz tuvo lugar en el año 1096 en las cercanías de Huesca. El ejército aragonés asediaba la ciudad, dirigido por el rey Sancho Ramírez, desde el campamento establecido en el cerro de San Jorge. El combate queda trabado cuando llegan las tropas musulmanas desde Zaragoza y en él pierde la vida el rey Sancho Ramírez. La tradición asegura la aparición de San Jorge en la batalla, ganada por los cristianos. Huesca se rindió a continuación al rey Pedro I:


         "...invocando al Rey el auxilio de Dios nuestro señor, apareció el glorioso cavallero y martir S. George, con armas blancas y resplandecientes, en un muy poderosos cavallo enjaeçado con paramentos plateados, con un cavallero en las ancas, y ambos a dos con Cruces rojas en los pechos y escudos, divisa de todos los que en aquel tiempo defendían y conquistavan la tierra Santa, que aora es la Cruz y habito de los cavalleros de Montesa.

         Y haziendo la señal al cavallero que se apeasse, començaron a combatir ambos a dos tan fuerte y denodadamente contra los Moros, dandoles tan mortales golpes, el uno a pie, y el otro a cavallo: que abriendo carrera por do quiera que yuan, recogían y acaudillavan los Christianos. El cavallero que traxo el santo martir, dize la historia de S. Iuan de la Peña alegada por Çurita, que era Aleman, al qual en aquel día y hora peleaba en Antiochia con los demas cruzados, mataron los moros el cavallo, y lo rodearon para matarle; y a este punto le apareció el gloriosos S. George, sin que el buen cavallero Aleman entendiese ni supiese quien era ... y ayudole a subir en las ancas de su cavallo, y sacole de su batalla, y subitamente lo transporto a Aragón, al lugar donde era la batalla del Rey don Pedro con los Moros, y señalole que se apeasee y peleasse....

        Espantaronse los enemigos de la fe viendo aquellos dos cavalleros cruçados, el uno a pie, y el otro a cavallo: y como Dios les perseguía empeçaron de huyr quien mas podía. Por el contrario los Christianos, aunque se maravillaron viendo la nueva divisa de la Cruz: pero en ser Cruz se alegraron, y cobraron esfuerço hiriendo en los Moros: y assi los arrancaron del campo y acabaron de vencer" (La batalla de Alcoraz según Diego de Aínsa, 1619).


         Tras Alcoraz, y sobre todo a partir del siglo XIII, se populariza la protección de San Jorge sobre la Corona de Aragón, dando lugar a nuevas tradiciones sobre apariciones en combates. Jaime I, cronista y rey, cuenta que en la campaña contra Valencia algunos nobles y caballeros entre aragoneses y catalanes le explicaron que cuando ellos "estuviesen en un monte que ahora se llama Santa María del Puig, y contra ellos viniese toda la morisma, en la gran batalla se que se entabló entre ellos, se apareció San Jorge con muchos caballeros del paraíso que ayudaron a vencer en la batalla en la que no murió cristiano alguno".

          El mismo Jaime I narra que en la conquista de Mallorca, "según le contaron los sarracenos, estos vieron entrar primero a caballo a un caballero blanco con armas blancas". Para el rey este caballero fue San Jorge, "pues encuentro en otras historias que en otras batallas lo han visto muchas veces cristianos y sarracenos". Los cruzados habían traído desde Tierra Santa, donde San Jorge era famoso por sus proezas, el valor de lo maravilloso y la cortesanía que el santo representa. La condición de caballero y esforzado guerrero de San Jorge abocaba lógicamente su patrocinio sobre los ejércitos aragoneses empeñados en la Reconquista durante siglos.

 







Patronazgo de San Jorge en Aragón


        Aragón quedó ligado a la figura de San Jorge a raíz de la tradición de la aparición del santo caballero en la batalla de Alcoraz. Alusiva a este episodio es la divisa de la cruz de San Jorge (cruz roja sobre fondo blanco) y las cuatro cabezas de moros. La divisa, convertida en la de Aragón, será citada en las Ordinaciones de Pedro IV el Ceremonioso, rey devoto de San Jorge.


        Con ocasión del enfrentamiento con Pedro I de Castilla, el Ceremonioso envío cartas a sus ejércitos para que portasen "señeras con la señal de San Jorge" (1356-1359). Los reyes aragoneses adoptarán además como emblema el dragón - el drac- que aparecerá en las cimeras de sus vestimentas ornamentales. San Jorge presidirá la capilla del palacio zaragozano de La Aljafería y será invocado en todas las iglesias del Reino buscando su intercesión en favor de las victorias aragonesas. También será el patrón de la expedición a Grecia.

        La devoción a San Jorge era casi exclusiva del monarca y los caballeros. Durante el siglo XIII las modas caballerescas favorecen la aparición de cofradías y órdenes militares, muchas de ellas bajo el patronazgo del santo. En la renovación de la caballería desempeñará un papel importante una obra, atribuida a Pedro IV, titulada "Obra de mosén Jordí e de cavalleria". Anterior a 1371 es la "empresa" también de Pedro IV que establece que "al servicio de Dios y de nuestra dueña Santa María y en reverencia del bienaventurado mosén San Jorge, se haga una empresa de nobles y de caballeros escritos en la forma que se dice y que se llame a los inscritos caballeros de San Jorge".


         De especial importancia fue también la fundación en Huesca de la Cofradía de San Jorge, mencionada ya en 1243. Otra cofradía dedicada a San Jorge se instituyó en Teruel en 1263 con la protección del rey Jaime I.

          En el siglo XV se constituye en Zaragoza la cofradía de Justadores, bajo el patrocinio de San Jorge. Cuando a comienzos del siglo XVI, Fernando II confirma su normativa, se ha convertido ya en el Capítulo de Caballeros e Infanzones de San Jorge. Llegó a reunir a la baja y alta nobleza aragonesa.


         El influjo de la tradición georgina se advierte en la misma Diputación del Reino aragonés, que adoptará la simbología del santo en los sellos de validación de sus documentos, erigirá una capilla en su honor y dará su nombre a la sala principal del palacio, donde en un lugar privilegiado se colocará una imagen de San Jorge.

         Las iglesias más antiguas consagradas al culto de San Jorge aparecen radicadas en tierras oscenses. Las primeras serían una en Monzón, citada en 1090, y otra la de San Jorge de las Boqueras, cerca de Huesca, de la que se tienen noticias en 1094, que debe ser la conocida como de San Jorge del Pueyo de Sancho, recuerdo constante de la batalla de Alcoraz. Otras iglesias dedicadas a lo largo del territorio aragonés se localizan por lo menos desde el siglo XVI en Alcará de Gurrea, Bastarás, Chimillas, Daroca, Alarba, Almonacid de la Cuba, Borja, Moyuela, etc.

 

 

 



 

 

                 * Esta última ilustración es de Chema Lera. Aparece en la web Aragoneria.com, y el propio autor dice allí lo siguiente:

 

                 "San Jorge en un fragmento de la ilustración publicada como portada del suplemento Artes & Letras del Heraldo de Aragón. A San Jorge lo he dibujado luchando en el cielo contra un dragón de cuerpo de serpiente, porque está forma es más habitual en las leyendas aragonesas, pero he querido ponerle un rostro cercano al dragón chino, ya que en esta cultura el dragón es casi divino, símbolo del poder creador del Universo, y yo creo que el mito de San Jorge encierra un mito precristiano, ancestral, relacionado con el sol y la energía de la naturaleza. Normalmente San Jorge no lleva espada, sino lanza. La lleva cuando la lanza está ya clavada en el cuerpo del dragón. Le he puesto espada para acercarlo a San Miguel, el ángel hacia el que evolucionó la figura de San Jorge. Ambos comparten una relación con el inframundo, con el dragón-leviathan-infierno al que hay que arrebatar las almas."



           * Las otras imágenes pertenecen al retablo de San Jorge, que se conserva en la iglesia de La Merced, en Teruel, y que fue pintado por Jerónimo Martínez en 1525.



deCIDde leer

deCIDde leer

 

 

 

               Chema Lera ha realizado de nuevo este año el cartel para el Día del Libro en Zaragoza. Este cartel lucirá en las librerías y en los puestos callejeros que se instalarán el dia 23, día de San Jorge, además de Día de Aragón. Chema ha escogido como motivo el cumplimiento del 800 aniversario del códice del Poema del Mío Cid para realizar su cartel. El mismo lo explica muy bien en su blog:


            "Me encargaron ilustrar el cartel para el Día del Libro de Zaragoza. Presenté una propuesta en torno al poema del Cid que incluía el lema gráfico "deCIDe leer", para conmemorar los 800 años del códice del Cantar del Mío Cid. La ilustración representa a un caballero, el Cid, por ejemplo, montado en Babieca (que, por cierto, significa Lechuza en aragonés) al pie de una alta torre en la que, en lugar de una princesa, como Rapunzel, se encuentra prisionero el libro. En vez de su trenza, el libro arroja desde lo alto la cinta marcadora de páginas para que el caballero lo salve. (En el cuento, el caballero trepa por la trenza, no sé si la cinta aguantará). Por el cielo sobrevuela el dragón, no hay que olvidar la simbología de San Jorge. Salvo la tipografía y algunos detalles, todo el cartel es una ilustración tradicional hecha con lápices, acrílicos y acuarela. Ojala vuesas mercedes sean complacidos con su contemplación, y complacientes en su opinión."



             La figura del Cid aparece así como muy oportuna en esta fecha. Por ser su epopeya un pilar fundamental de la literatura hispánica. Y por su vinculación histórica y literaria con Aragón. A propósito de esto último, recupero aquí un texto de José Luis Corral, especialista en el tema, que puede encontrarse en la web de la Institución Fernando el Católico:


 

             "Rodrigo Díaz de Vivar es uno de los personajes más conocidos de toda la Edad Media española; buena parte de su fama se debe a la composición literaria de una de las obra cumbres de la poesía épica europea, el Cantar de Mío Cid.

              La existencia de este Poema ha condicionado de tal modo la figura del Cid Campeador que puede afirmarse que existen dos Rodrigo Díaz de Vivar, el histórico y el legendario.

              En el Cantar de Mío Cid se narran las aventuras que tiene que pasar el héroe cuando es desterrado de su tierra castellana por el rey Alfonso VI; buena parte del cantar discurre en las tierras musulmanas pertenecientes al reino de Zaragoza, hoy dentro de Aragón. En el mapa se recoge el itinerario que el Cid recorrió según el Poema en la década de 1081 a 1091 al frente de una serie de guerreros que le acompañaron en el destierro.

              Dada la ruta seguida por el Cid, es preciso destacar la abundancia de topónimos aragoneses que aparecen reflejados en el Poema; el Cid entra en el actual Aragón por el valle del Jalón, atravesando las localidades de Ariza, Cetina, Alhama, Bubierca y Ateca, instalándose en un otero que domina el Jalón, frente a la localidad musulmana de Alcocer, que en la actualidad es un despoblado entre Ateca y Terrer. En el cerro conocido cono Torrecid, Rodrigo Díaz de Vivar instaló un campamento, que se descubrió en 1986, y desde el cual conquistó Alcocer.

              El Cid continuó por Terrer y Calatayud hasta Daroca, y de allž marchó al alto valle del Jiloca, instalándose en un alto cerro, el de San Esteban, en la localidad de El Poyo del Cid; en la cima del cerro todavía quedan restos, al igual que en el Otero del Cid, de la construcción de los castellanos para defenderse en un medio hostil.

              Una vez instaladas en el Poyo, las tropas del Cid realizaron una serie de correrías, sin duda en busca de botín, por las tierras próximas, en poder todas ellas de los musulmanes; así, realizarán algaradas contra los moros de Cella, Teruel y Molina, recorriendo además las tierras de Huesa del Común, citada en el Cantar erróneamente como Huesca, Monforte de Moyuela, citada como Monzón, o Alcañiz de la Huerva, un despoblado de la comarca de Cariñena, en el curso del río Huerva, que se ha confundido con el Alcañiz del Bajo Aragón.

              Después de permanecer algunas semanas en el Poyo, el Cid y sus mesnadas se trasladan al puerto de Alucat, que para unos es la localidad de Olocau, en la actual provincia de Castellón, y para otros la zona de la laguna de Gallocanta, entre las provincias de Zaragoza y Teruel. El Cid derrota a las tropas del conde de Barcelona Berenguer Ramón el Fraticida en una batalla que tiene lugar en el pinar de Tévar, seguramente en la provincia de Teruel, en donde cae prisionero el propio conde de Barcelona.

              Son muchos nombres de topónimos aragoneses los que aparecen en el Cantar; la mayor parte de estos topónimos han sido identificados con localidades actuales, y otros corresponden a restos y yacimientos arqueológicos también descubiertos, pero en todo caso, la geografía aragonesa que se describe en el Cantar viene a coincidir casi miméticamente con la geografía aragonesa de los valles del Jalón, Jiloca y tierras de Teruel, lo que hace suponer que el autor del Cantar tenía un conocimiento exhaustivo de las tierras aragonesas.

               Los datos y nombres de lugar que cita el Poema son tan precisos y las descripciones tan ajustadas a la realidad, que es obligado suponer que quien escribió el Poema del Cid recorrió estas tierras con el propio Rodrigo Díaz de Vivar, aunque luego algunas otras cuestiones fueran modificadas por copistas o poetas posteriores que pudieron introducir elementos nuevos en el Poema.

               La mayor parte de los nombres que aparecen en el Poema siguen existiendo en la actualidad, y aquellos que han desaparecido se conservan todavía en forma de yacimientos arqueológicos, como es el caso de Alcocer o de El Otero del Cid." (José Luis Corral, 1991)



Otros sitios donde escudriñar sobre las andanzas del Cid en Aragón:

 

 

Continua la Semana de Poesía Última

Continua la Semana de Poesía Última

 

                 Mañana tendrá lugar la sesión final de esta I Semana de Poesía Última, que patrocinada por  el Gobierno de Aragón, y coordinada por el poeta Manuel Vilas, está teniendo lugar en Zaragoza. Las jornadas están siendo un éxito de público. La poesía, pues, tiene en Zaragoza un lugar de acogida. Siempre lo ha tenido, sin duda.

                  En la sesión de mañana, jueves, intervendrán

A las 19 horas: JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS, AURORA LUQUE Y CARMEN RUIZ

A las 20 horas: ANTONIO ORIHUELA Y SERGIO ALGORA

                Para los que podáis acudir, la cita es en la Biblioteca de Aragón, en Doctor Cerrada, 22.

Los chicos están bien: I Semana de Poesía Última

Los chicos están bien: I Semana de Poesía Última

 

 

         La I Semana de Poesía Última es una actividad cultural pensada para difundir la poesía  española y aragonesa. Esta Semana dedicada a la poesía quiere, además, demostrar la vitalidad de un género literario que, aunque orillado muchas veces por el mercado editorial, tiene una enorme presencia en las nuevas generaciones y en la conciencia crítica de los lectores y de los ciudadanos. Esta I Semana de Poesía Última quiere apostar por la poesía en la medida en que este género literario se ha convertido en un foco de resistencia cultural, ética y estética, frente a cualquier tipo de alienación histórica.

         Esta Semana de Poesía va a reunir en Zaragoza a 21 poetas que leerán sus poemas y debatirán con el público asistente las novedades y tendencias del género. Es la primera vez que Zaragoza acoge un encuentro de poetas de las últimas generaciones de esta trascendencia.

         Los poetas que participan en esta Semana pertenecen a las recientes generaciones de la poesía española. Se ha querido que haya representantes de todas las tendencias que en estos momentos nutren la poesía española: desde la poesía de inspiración metafísica, a la poesía de la conciencia o el realismo sucio, desde la poesía de tradición clásica a la poesía más vanguardista, desde la poesía de indagación en el lenguaje a la poesía de denuncia social o la poesía del rock. Quizá todas estas tendencias pueden aunarse bajo el marbete de poesía posmoderna.

         La Semana se inaugura con una conferencia titulada "Caminos futuros de la lírica española", que será impartida por el poeta Luis Antonio de Villena. Esa conferencia indagará sobre cuáles van a ser las tendencias por las que transitará, y ya transita, la nueva poesía española. Luis Antonio de Villena ha sido uno de los críticos más sagaces y perspicaces de la poesía española última. Es autor de varias antologías de poesía joven, y ha escrito y estudiado con profundidad la poesía reciente. Es crítico de poesía del suplemento "Babelia" de "El País".

         La Semana contará con la presencia de poetas españoles ya consagrados como Luís Muñoz, Aurora Luque, Lorenzo Oliván, José Luis Piquero, y con poetas aragoneses que comienzan a consolidarse. Pues otro de los objetivos de esta Semana es posibilitar la convivencia entre poetas aragoneses y poetas de ámbito nacional con el fin de mostrar las sincronías entre la poesía aragonesa y la poesía española.

         Pero el objetivo final de esta Semana es celebrar la poesía como una forma de conocimiento y como una forma de comunicación. La Semana, en ese sentido, quiere ser una fiesta de la literatura.

         No es casual que se haya escogido el mes de abril para esta Semana: se ha querido rendir un homenaje al gran poeta americano T.S. Eliot celebrando esta actividad en el mes de abril. El célebre verso de Eliot "abril es el mes más cruel" ha signado definitivamente a abril como el mes de la poesía. Y Zaragoza lo celebra con esta Semana de poesía.


Poetas participantes:


Aragoneses o afincados en Aragón:


1.- David Mayor

2.- Sergio Algora

3.- Octavio Gómez

4.- Carmen Ruiz

5.- Gabriel Sopeña

6.- Ángel Gracia

7.- Lorenzo Oliván

8.- Jesús Jiménez Domínguez

9.- Dolan Mor


 

Ámbito nacional:


10.- Elena Medel

11.- Martín López Vega

12.- Antonio Orihuela

13.- Pablo García Casado

14.- Luís Muñoz

15.- Francisco Javier Rodríguez Marcos

16.- José Luís Piquero

17.- Eva Vaz

18.- Aurora Luque

19.- David González

20.- Carlos Pardo

                

 21.- Luís Antonio de Villena (conferencia de inauguración).



Programación:

Viernes 13

19 h. Luís Antonio de Villena (inauguración-conferencia)

           Caminos futuros de la poesía española

LUIS ANTONIO DE VILLENA: Poeta, antólogo, ensayista, narrador, crítico y traductor. Como poeta está en posesión del Premio de la Crítica, del premio Internacional Ciudad de Melilla, y del premio Internacional de Poesía Generación del 27. Su poesía completa se halla reunida en el volumen "La belleza impura".


20 h. Luís Muñoz,  Lorenzo Oliván y  Pablo García Casado

Lunes 16

19 h. Eva Vaz, Ángel Gracia y  Martín López Vega

 20 h. José Luís Piquero, Dolan Mor y Carlos Pardo

Martes 17

19 h. Octavio Gómez y Gabriel Sopeña

20 h. Elena Medel,  Jesús Jiménez y David Mayor

Jueves 19

19 h. Javier Rodríguez Marcos, Aurora Luque y Carmen Ruiz

20 h. Antonio Orihuela, David González y Sergio Algora


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Todos los actos se celebrarán en la Biblioteca de Aragón. c/Doctor Cerrada, de Zaragoza.


                      Con posterioridad a estos encuentros la editorial Olifante publicará una antología con la poesía de los poetas participantes, que se presentará en el marco de la feria del libro de Zaragoza. Dicha antología tiene una gran importancia en la medida en que será el testimonio material, escrito, de estas jornadas.



Cerámicas de Jean Cocteau en Muel

Cerámicas de Jean Cocteau en Muel

 

                    La localidad zaragozana de Muel, que guarda y proyecta hacia el futuro una de las tradiciones ceramistas más importantes de Aragón, alberga el Taller-Escuela de Cerámica mantenido por la Diputación Provincial de Zaragoza. Sus salas acogen hasta el 17 de junio una muestra de, aproximadamente, cien piezas de cerámica, realizadas por Jean Cocteau en los últimos años de su vida.



                     "Intelectual y artista multidisciplinar, Jean Cocteau goza de un aura que traspasa ampliamente las fronteras francesas y el público, en general, conoce su obra, o por lo menos, una parte de sus escritos, de su filmografía o de su teatro. Son muchos menos los que conocen su trabajo como artista plástico y en general, sus investigaciones, en las que experimenta técnicas diferentes para abordar el campo artístico. Su «vocación tardía» se inscribe plenamente en una trayectoria plástica, a su vez solidaria de una obra intensa en su globalidad.

                      La sala de exposiciones Enrique Cook del Taller-Escuela de Cerámica de Muel presenta los testimonios artísticos, alianzas entre la tierra y el fuego, de este «frágil genio», de cuya omnipresencia en el escenario cultural conviene recordar su faceta de novelista (cuatro obras como «El Potomak» (1919), «Tomás el Impostor» (1923) y «Los Niños Terribles»,1929); el menos celebrado poeta (siete libros y sobre todo «La Danza de Sófocles» o «El Cabo de Buena Esperanza»); cineasta (seis películas, de las que «La Sangre de un Poeta» (1930); «El Eterno Regreso» (1943); «La Bella y la Bestia», (1945); «Orfeo» (1950) y más tarde «El Testamento de Orfeo», en 1959); dramaturgo (siete obras, entre ellas «La Máquina infernal» (1934) y «Los Padres Terribles»,1938), obra ésta que permanece eternamente de actualidad.

                   La obra de cerámica de Jean Cocteau reúne más de trescientas piezas que realizó con pasión durante los últimos años de su vida. A finales del año 1957, conoce a la pareja de alfareros Marie-Madeleine Jolly y Philippe Madeline y les expone sus proyectos: «Quiero aprender cómo traducir esto a vuestro idioma».

                    Dentro de esta última faceta, desarrolló un particular estilo como dibujante que empleó a fondo como ilustrador de sus propias obras y de las de otros escritores por él queridos. De su dibujo limpio, puro, picassiano, cultivado con aplicación desde sus años escolares, salió su producción cerámica que se podría calificar de “poesía gráfica”. A la cerámica llegó por impulso de su amigo Pablo Picasso, quizás algo tarde pero con fuerza y en los seis años que le ocupó esta dedicación, desde 1957 hasta su muerte en 1963, realizó más de trescientos objetos entre cerámicas tradicionales y poemas-objeto realizados en barro."


                    (Leer más)

                    La muestra es, sin duda, de las de no perderse (y la imagen también viene desde esta página que enlazo)

 


Normandía, Proust y la lluvia

Normandía, Proust  y la lluvia

 

Rincón de Honfleur, con las típicas casas de pescadores

 

 

              Hace unos días, a propósito del post que dediqué a Satie y que ilustraba con una fotografía del puerto de Honfleur, Patri pidió en su comentario más fotografías de Normandía, porque a ella la región francesa también le había impresionado mucho. No pasé por alto su interés. Hoy hace un día "norteeuropeo" aquí, en este valle del Mediterráneo. Además, quizás por ello, por la predisposición anímica, andaba hace un rato releyendo fragmentos de "À la récherche du temps perdu", de Proust. Tan placentera siempre esta lectura, tan evocadora, tan inteligente. Creo que Proust utilizaba más eso que ahora se llama "inteligencia emocional" que el puro análisis intelectual, cuando describe, disecciona, adorna, estiliza, va y viene a su antojo por cada uno de los mundos individuales y colectivos que construyó en su obra monumental. Si en el mundo de la literatura hay unas cuantas obras que son definitivamente únicas, una de ellas sin duda es ésta. Pero no descubro nada. Tampoco lo hago si recuerdo que uno de los principales escenarios de la novela, y de los más celebrados por los lectores, es la costa normanda: el protagonista traslada al novelado pueblo de Balbec la descripción de la localidad costera de Cabourg, y realiza paseos a lo largo de esa costa que recorre Deauville, Trouville, etc. En fin, siguiendo con ese universo de coincidencias al que me entrego siempre -se lo comentaba hace un rato a Inde en el post anterior-, resulta que hoy uno de los lectores de este blog ha sido alguien que ha llegado desde una localidad que se llama Bouquetot, cerca de Rouen, Normandía. Así que creo que es el momento de colgar unas cuantas fotos tomadas en la Normandía, como pedía Patri. Espero que te gusten.

 

 







Catedral de Rouen, hermosísima, aunque Monet no la hubiera pintado tan bellamente










Campo de lino, en la campiña, camino de Etrétat, una sensación entre la bruma inolvidable









Acantilados de Ëtrétat, indescriptibles ¿no?






Mont Sant Michel, temprano por la mañana; el lugar legendario por excelencia

 

 

            

Narrativas, número 5

Narrativas, número 5

 

 

              Ya está en la red él número 5 de la Revista Narrativas, que editan Carlos Manzano y Magda Díaz y Morales. Enhorabuena. Se puede descargar desde aquí.   

            Por mi parte, agradezco mucho a Carlos Manzano y Magda Díaz y Morales la publicación del relato "Una vieja historia".

            El índice es el siguiente:




ENSAYO:

“Verse a través del Otro en la Lima decimonónica”, Martín Palma Melena

" 'El tunel', ejercicio deconstructivo", Julio Salinas Lombard

"La poesía luminosa y feroz de Sol Acín", Mercé Ibarz

"Vigilancia y fuga en Mano de obra de Diamela Eltit", Mónica Barrientos

RELATO:

"Después de tantos años", José Ovejeros

"Cuando yo era sordo", Leopoldo de Trazegnies Granda

"Roma, laberinto de espejos", Carlos Montuenga

"La última cobardía", Jorge Carrasco

"Sin remitente", Gariela Urrutibehety

"El acompañante", Andrés Fabián Valdés

“Un ataque de lentitud”, Juan Carlos Chirinos

"La viuda negra", Rosa Silverio

"Las pestañas de Guimard", Juan Carlos Márquez

"El olor de la ceguera", Graciela Barrera

“Descubriendo sueños”, Mónica Gutiérrez Sancho

“Mientras siga escuchando la misma estación”, Iván Humanes Bespín

"La lámpara de plata”, José Manuel García Marín

"El Remolino”, Miguel Soler

"Azogue", Luis Pita

"La frontera es un buen lugar para vivir", Agustín Cadena

“La caperucita y el abuelo feroz”, Pablo Lores Kanto

"Una vieja historia", Luisa Miñana

"Las cien pesetas", Fernando Sarriá

“El juego de las Estatuas”, Antonia Romero

"La sonrisa de los hipócritas", Eduardo Martínez Carnicer

"Huidobro literal", Jorge Etcheverry

"Como un hombre que sobrevuela el mar", Pepe Cervera

"Pinche Lupita (o de cómo se me escapó)", Raúl Medrano

"La orilla", Moisés Sandoval

NARRADORES:

En esta ocasión, el espacio de Narradores está dedicado a la escritora, Ángela Ibañez

RESEÑAS:

La vida nueva de Orhan Pamuk, Blanca Vázquez

Un sueño comentado de Rubí Guerra, Agustín Cadena

Historia de la belleza de Umberto Eco, Antón Castro

Guía de hoteles inventados de Óscar Sipán y Óscar San Martín, Sabas Martín

MIRADAS:

"Irene Némirovsky y el abandono", María Aixa Sanz

"La historia de Joel, de Henning Mankell", Sfer

TIRAS INSULSAS

Emilio Jio - DaniFrame

NOVEDADES EDITORIALES
NOTICIAS


            

              

Las maravillas del mudéjar (IV): Zaragoza







 

 

 

          La Magdalena

 

         Para muchos zaragozanos es la de la iglesia de La Magdalena la torre mudéjar más hermosa y mejor proporcionada de la ciudad, especialmente después que recuperara, hace ya más de treinta años, su apariencia original de la mano del restaurador Iñiguez Almech, que la despojó de las remodelaciones a que fue sometida, como el resto del edificio, en época barroca, concretamente entre 1727 y 1730.

         Además de la torre, se modificó también el interior de la iglesia y se invirtió la orientación del templo, de tal manera que el ábside mudéjar se convirtió en el acceso al recinto, tal y como hoy todavía continúa. Cuando se construyó, la torre quedaba situada a los pies de la iglesia, mientras que el ábside casi se tocaba con el muro de cierre de la judería, enfrentado además con la Puerta de Valencia de la muralla romana.

         Al interior, los alarifes mudéjares plantearon en la primera mitad del siglo XIV un edificio de nave única, en tres tramos, y ábside poligonal de siete lados, sin contrafuertes.



 





          Por su parte, la torre, de planta cuadrada, se ciñe al modelo de los alminares almohades: dos torres, una envolviendo a la otra, y entre ambas las escaleras cubiertas mediante bóveda por aproximación de hiladas. La torre interior está dividida en estancias. Al exterior encontramos arcos mixtilíneos, ventanas abocinadas en arco de medio punto, paños de cruces de múltiples brazos formando rombos.

          En el muro del ábside, el perfil facetado de éste permite decoración con arcos mixtilíneos entrecruzados, ventanas en arco apuntado, y de nuevo las cruces de múltiples brazos en el alero del tejado.




 



           San Miguel de los Navarros


           La parroquia de San Miguel de los Navarros surge en el siglo XIII, en el sureste del caserío zaragozano, entre la muralla romana y el muro exterior, para acoger a la población de esta zona. Sin embargo, a diferencia de lo que había sucedido con San Pablo, no se planificó un barrio como tal, debido al carácter disperso de sus habitantes y a que este territorio estaba ocupado fundamentalmente por monasterios.

           La fábrica mudéjar de la iglesia de San Miguel de los Navarros data del siglo XIV. En concreto se sabe que la torre se construía en 1396. Durante el siglo XVI, el recinto debió sufrir algunas obras de modificación y consolidación, encomendadas a Gil Morlanes, hijo. En el siglo XVII, entre 1666 y 1669, el edificio fue reformado en profundidad, tanto en el interior como en el exterior. Mucho más el interior, que quedó totalmente transformado. En cambio, al exterior encontramos elementos característicos de la obra original, una construcción que fue de una sola nave, con ábside poligonal de cinco lados. Entre la decoración sobresale la de dicho ábside: cruces flordelisadas recruzadas y cruces de múltiples brazos formando rombos.





          La torre queda dividida en tres cuerpos. El primero, sin decoración. El segundo, ornamentado a base de arcos mixtilíneos entrecruzados y cruces de múltiples brazos de nuevo.

           El tercer cuerpo, el de campanas, está dividido a su vez en dos pisos: el inferior presenta un vano en arco apuntado, que alberga dos arcos gemelos, recuadrado por una faja de lazo de cuatro octogonal; el superior, tiene arcos lobulados entrecruzados y cruces de múltiples brazos. Fue roto para abrir vanos para campanas y se le sobrepuso además un chapitel de estilo dieciochesco, que se conserva en la actualidad.



© 2007 fotografías Miguel Angel Latorre.

 

 

Aprendizajes

Aprendizajes

 

            El pasado miércoles asistimos Fernando Sarría y yo - y mucha otra gente, claro-  a la presentación del libro de poemas "Aprendizajes tardíos" de Fernando Aínsa, aragonés y uruguayo, residente en París por mucho tiempo. Acudimos animados por la enjundiosa trayectoria literaria de Fernando Aínsa y porque habíamos podido leer alguna cosa acerca del libro que nos había gustado mucho. Además, Manuel Vilas le había dicho a Fernando que sin duda la ocasión tendría duende. En efecto, ni la presentación, ni el autor ni los poemas defraudaron las expectativas. Fue un acto, celebrado en la Librería Cálamo, especialmente agradable y muy emotivo, en el que acompañaron a Fernando Aínsa un buen puñado de sus paisanos del pueblo turolense de Oliete (puede verse una reseña de la presentación en Borradores)

         "Aprendizajes tardíos" es un libro de poemas muy a tener en cuenta, por varias circunstancias. Una porque es el primer libro de un autor ya curtido por largo tiempo en otros géneros y escrito a una edad en la que no se espera un primer libro de poemas. Como bien insistió Manuel Vilas en la presentación: la poesía no es un género sólo de juventud. Aunque sí quizás sea un espacio siempre de descubrimiento, de indagación, añado yo ahora. En este libro, que creo especial, se piensa acerca de la enfermedad, de la muerte, pero también de la vida en un redescubrimiento de la misma en los términos clásicos del "locus amoenus", del placer de la naturaleza, de la vida retirada, del regreso al origen, de las cosas sencillas de la cotidianeidad. Espíritu de raíz virgiliana el que por muchos de los poemas de este libro campea. Y también evocación, inevitable para esta lectora, del clásico bilbilitano Marcial, cuando regresa a su tierra, después de treinta años vividos en Roma, el centro del mundo.

         Estos días he ido leyendo los poemas del libro. Son pequeñas joyas del lenguaje casi coloquial que se adelgaza en canto para hablar del padre, de la enfermedad, de los recuerdos, pero igualmente de todas aquellas cosas en que se resume finalmente la respiración más vital de la vida: una patata, las nueces, el pueblo, la manzana, el ajo, la lagartija...

         Este fin de semana he dedicado muchas horas a las plantas, pues es el tiempo de preparar la llegada de la primavera. Iba y venía entre las dalias, los rosales, los tulipanes, narcisos y fresias, las margaritas y los jazmines, entre todas las que cultivo con mucha afición y con menos tiempo del que me gustaría. Y mientras trajinaba bajo el sol de la tarde, recordaba los poemas de "Aprendizajes..." y sentía cuán cargados de razón están.

         Dejo ahora aquí uno de ellos, que creo aúna bien la doble vía del poemario: vida entre la naturaleza y tiempo de recuerdos, de hacer balance. En el libro encuentro por cada esquina de los poemas un sentimiento que cada vez me gusta más: serenidad. El poema es el primero de la serie dedicada a las nueces:




Nueces, 1


Por estas latitudes llaman al suegro, abuelo,

un modo de suavizar la aspereza del término.

Abuelo, pues, Miguel se trepaba al peral con un serrucho

y le daba duro a la anual faena.

No escatimaba ramas,

era el arte de la poda su orgullo,

y así luego la contemplaba al sesgo

mientras liaba un pitillo.


Con él planté la noguera

un primero de enero de 1981,

de la que recojo ahora sus cuantiosos frutos.


         (Vivía entonces lejos.

         Oliete era tan sólo

         pocos días de vaciones en invierno o verano

         El centro del mundo era otro)


El tiempo

         - al menos en lo que a su frondosa copa respecta-

no ha pasado en vano.



                   (Fernando Aínsa, "Aprendizajes tardíos". Renacimiento, 2007)



                   *La imagen de Oliete (Teruel) viene desde la web del Parque Cultural del Río Martín)



Las maravillas del Mudéjar (III): Zaragoza.



Torre de San Gil



 

             En pleno siglo XIV, transcurridos dos centurias desde la reconquista cristiana, en 1118, la ciudad de Zaragoza conserva todavía muchos rasgos de la musulmana Saraqusta, como lo seguirá haciendo durante largo tiempo después, y como aún hoy pueden encontrarse diseminados entre la fisonomía urbana de nuestro siglo XXI.

             Pero además en Zaragoza, el catorce es un siglo constructor, que renueva elementos esenciales del entramado urbanístico, como la catedral, un importante número de edificios religiosos, o la propia muralla exterior. Y esta actividad se desarrollará en gran medida dentro de las fórmulas del arte mudéjar, que en estos momentos vive en Aragón en general su momento álgido y de esplendor.

             No es ésta, sin embargo, una centuria tranquila. El reinado de Pedro IV el Ceremonioso da comienzo en 1336. Durante él, la ciudad ser verá amenazada por la guerra con Castilla, y aunque afortunadamente no llegará a sufrir el ataque de los ejércitos enemigos, la antigua muralla musulmana de tierra será sustituida por una nueva de ladrillo.

             No hubo igual fortuna con la Peste Negra, que en 1349 asoló Zaragoza, cuya población quedó diezmada. La Crónica del Rey Ceremonioso cifra en trescientos muertos diarios los que se produjeron durante el azote de la epidemia. Para entonces las obras de las principales edificaciones de la ciudad andaban ya muy avanzadas, si bien perdurarán de una u otra forma hasta finales de siglo: en la Seo, en las iglesias de San Pablo, San Gil, La Magdalena, San Miguel de los Navarros, los conventos de Santo Domingo, del Santo Sepulcro, de Santa Catalina, o las importantes construcciones del mismo Palacio de la Aljafería.

 

             Echaremos un vistazo a cuatro de estas construcciones, empezando por la Iglesia de San Pablo, situada en el barrio de nueva planta de igual nombre, al oeste de la ciudad, casi equidistante de la Plaza de Predicadores y de la muralla romana. Luego nos encaminaremos hacia esta muralla desde la calle de San Blas. Habrá que seguirla un trecho, describiendo la actual línea del Coso, hasta llegar a la Puerta Nueva (junto al Palacio de los Condes de Morata, que todavía no existía entonces, y que hoy alberga la Audiencia). Por esta puerta atravesamos la muralla e ingresamos en la ciudad antigua, para alcanzar la Iglesia de San Gil, después de dejar atrás algunas callejas y plazuelas. San Gil se enfrenta exactamente al muro que rodea la judería, que se extiende hasta nuestra siguiente visita, la Iglesia de La Magdalena . Por fin, debemos volver a atravesar la vieja muralla romana de piedra, a la que ya le han crecido adosadas muchas viviendas. Lo haremos por la elegante Puerta de Valencia, y recorriendo la muralla hacia el sur, pasando por los Baños Judíos y la calle de La Cadena, llegaremos a la última obra que vamos a ver, la Iglesia de San Miguel de los Navarros, en el sureste de la población.

Hemos soslayado la visita a La Seo, con su inigualable paño mudejar, pervivido entre todas las reformas acometidas en la catedral, porque esa visita se merece varios posts por sí misma. O mejor una visita real.





 

                       San Pablo   

                  En el año 1358 el Consejo de Guerra de la ciudad de Zaragoza disponía que la torre de la Iglesia de San Pablo, recién construida, sería demolidada junto a otras, como la de la Iglesia de San Gil, si los ejércitos castellanos de Pedro I el Cruel atacaban la urbe. Afortunadamente no fue así y todavía podemos admirar esta magnífica torre, sin duda lo más significativo de la fábrica mudéjar de la iglesia, que sustituyó a otra primera románica, dedicada a San Blas.

                  La degradación urbanística que ha ido sufriendo el barrio zaragozano de San Pablo -y que afortunadamente ahora se  va remediando-  en poco se parece a la pujanza con que el mismo se desarrolló durante los siglos XII y XIII como zona nueva de población a la que acudieron en un principio preferentemente labradores, estableciéndose más tarde, ya en el siglo XVI, un número importante de artesanos e incluso artistas. El barrio se llamó primero La Población del Rey, para pasar después a ser conocido como San Pablo, posiblemente a raíz de que su iglesia cambiase de advocación en 1266. El crecimiento demográfico de la zona, que en el siglo XV llegó a albergar un tercio del total de los vecinos de Zaragoza, obligó ya en el siglo XIV a ampliar la iglesia mudéjar que había empezado a construirse a finales del XIII, en 1284.

                  Desde el punto de vista arquitéctonico, la primera fase constructiva es la más interesante: nave única, cubierta con cañón transversal apuntado, capillas entre los contrafuertes y ábside poligonal. Es un modelo que repetirán varias iglesias mudéjares de la ciudad.

                Por su parte, la torre es de planta octogonal, y su estructura interior obedece a la del alminar almohade: dos torres, una interna y otra externa, con una rampa de escaleras intermedia, cubierta mediante bóvedas de ladrillo por aproximación de hiladas. Al exterior, la torre queda definida en cinco pisos, apenas decorados, y separados por frisos de esquinillas. En los dos primeros pisos se practicó una ornamentación a base de espigas y arcos de medio punto entrecruzados, que se repiten en los ejemplos de iglesias mudéjares más antiguas. Desgraciadamente, quedan ocultos por el edificio claustral.

               En el cuerpo de campanas aparece una decoración más profusa. Este cuerpo se organiza en base a vanos en arco apuntado, que cobijan a su vez otros sendos vanos gemelos túnidos, partidos por un pilar. Como ornamentación encontramos un friso de arcos de medio punto entrecruzados y sobre éstos una retícula de cruces de múltiples brazos, formando rombos. Los dos últimos cuerpos suponen ampliaciones posteriores, formados por vanos apuntados y de medio punto doblados. El chapitel que podemos contemplar data del siglo XIX.

   





                San Gil

               En el corazón de la Zaragoza de ayer y de hoy se encuentra la Iglesia de San Gil, justamente dando la espalda entonces a una de las puertas que daba acceso a la judería de la ciudad, y en la actualidad mirando a la fachada trasera del Teatro Principal, porque el edificio religioso cambió su orientación al ser reformado en el siglo XVIII. La encontraremos exactamente al comienzo de la calle conocida popularmente por el mismo nombre que identifica a su iglesia y oficialmente denominada como de Don Jaime I.

              La apariencia actual de San Gil es consecuencia de la remodelación barroca a que fue sometida entre 1719 y 1725. Ahora bien, la fundación de la iglesia se remonta a poco después de la conquista cristiana de la ciudad, siendo posteriormente reconstruida en el siglo XIV, en términos mudéjares, y según una tipología de iglesia-fortaleza, de la que es arquetipo. En concreto presenta una configuración en nave única, con dos tramos y capillas laterales entre torres-contrafuerte, y con tribuna o paseador por encima de los laterales. Por desgracia, estas importantes características apenas pueden apreciarse al quedar el edificio envuelto casi en su totalidad por construcciones posteriores.

           Sólo la magnífica torre, amenazada de demolición en 1358, como la de San Pablo, se puede contemplar con comodidad desde la calle.

          De manera sabia y elegante, sus constructores solucionaron el paso, en la zona inferior, de planta cuadrada a rectángular, lo que se produce por encima de la línea de tribunas. Por su parte, el cuerpo de campanas se estiliza gracias a la presencia de dos filas de vanos: la inferior en arcos tumidos partidos por pilastra, bajo otros apuntados, como en San Pablo, y la superior compuesta por arcos tumidos también.

             Como elementos decorativos cabe mencionar las cruces de múltiples brazos formando rombos, con discos de cerámica; los arcos mixtilíneos y lobulados, ambos entrecruzados, recuadramientos en alfiz para los vanos, o el anudamiento de las claves de los arcos, de arcaica tipología.



              (Continuará...)


 * &copy; fotografías 2007 Miguel Angel Latorre.