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Las maravillas del Mudéjar (III): Zaragoza.



Torre de San Gil



 

             En pleno siglo XIV, transcurridos dos centurias desde la reconquista cristiana, en 1118, la ciudad de Zaragoza conserva todavía muchos rasgos de la musulmana Saraqusta, como lo seguirá haciendo durante largo tiempo después, y como aún hoy pueden encontrarse diseminados entre la fisonomía urbana de nuestro siglo XXI.

             Pero además en Zaragoza, el catorce es un siglo constructor, que renueva elementos esenciales del entramado urbanístico, como la catedral, un importante número de edificios religiosos, o la propia muralla exterior. Y esta actividad se desarrollará en gran medida dentro de las fórmulas del arte mudéjar, que en estos momentos vive en Aragón en general su momento álgido y de esplendor.

             No es ésta, sin embargo, una centuria tranquila. El reinado de Pedro IV el Ceremonioso da comienzo en 1336. Durante él, la ciudad ser verá amenazada por la guerra con Castilla, y aunque afortunadamente no llegará a sufrir el ataque de los ejércitos enemigos, la antigua muralla musulmana de tierra será sustituida por una nueva de ladrillo.

             No hubo igual fortuna con la Peste Negra, que en 1349 asoló Zaragoza, cuya población quedó diezmada. La Crónica del Rey Ceremonioso cifra en trescientos muertos diarios los que se produjeron durante el azote de la epidemia. Para entonces las obras de las principales edificaciones de la ciudad andaban ya muy avanzadas, si bien perdurarán de una u otra forma hasta finales de siglo: en la Seo, en las iglesias de San Pablo, San Gil, La Magdalena, San Miguel de los Navarros, los conventos de Santo Domingo, del Santo Sepulcro, de Santa Catalina, o las importantes construcciones del mismo Palacio de la Aljafería.

 

             Echaremos un vistazo a cuatro de estas construcciones, empezando por la Iglesia de San Pablo, situada en el barrio de nueva planta de igual nombre, al oeste de la ciudad, casi equidistante de la Plaza de Predicadores y de la muralla romana. Luego nos encaminaremos hacia esta muralla desde la calle de San Blas. Habrá que seguirla un trecho, describiendo la actual línea del Coso, hasta llegar a la Puerta Nueva (junto al Palacio de los Condes de Morata, que todavía no existía entonces, y que hoy alberga la Audiencia). Por esta puerta atravesamos la muralla e ingresamos en la ciudad antigua, para alcanzar la Iglesia de San Gil, después de dejar atrás algunas callejas y plazuelas. San Gil se enfrenta exactamente al muro que rodea la judería, que se extiende hasta nuestra siguiente visita, la Iglesia de La Magdalena . Por fin, debemos volver a atravesar la vieja muralla romana de piedra, a la que ya le han crecido adosadas muchas viviendas. Lo haremos por la elegante Puerta de Valencia, y recorriendo la muralla hacia el sur, pasando por los Baños Judíos y la calle de La Cadena, llegaremos a la última obra que vamos a ver, la Iglesia de San Miguel de los Navarros, en el sureste de la población.

Hemos soslayado la visita a La Seo, con su inigualable paño mudejar, pervivido entre todas las reformas acometidas en la catedral, porque esa visita se merece varios posts por sí misma. O mejor una visita real.





 

                       San Pablo   

                  En el año 1358 el Consejo de Guerra de la ciudad de Zaragoza disponía que la torre de la Iglesia de San Pablo, recién construida, sería demolidada junto a otras, como la de la Iglesia de San Gil, si los ejércitos castellanos de Pedro I el Cruel atacaban la urbe. Afortunadamente no fue así y todavía podemos admirar esta magnífica torre, sin duda lo más significativo de la fábrica mudéjar de la iglesia, que sustituyó a otra primera románica, dedicada a San Blas.

                  La degradación urbanística que ha ido sufriendo el barrio zaragozano de San Pablo -y que afortunadamente ahora se  va remediando-  en poco se parece a la pujanza con que el mismo se desarrolló durante los siglos XII y XIII como zona nueva de población a la que acudieron en un principio preferentemente labradores, estableciéndose más tarde, ya en el siglo XVI, un número importante de artesanos e incluso artistas. El barrio se llamó primero La Población del Rey, para pasar después a ser conocido como San Pablo, posiblemente a raíz de que su iglesia cambiase de advocación en 1266. El crecimiento demográfico de la zona, que en el siglo XV llegó a albergar un tercio del total de los vecinos de Zaragoza, obligó ya en el siglo XIV a ampliar la iglesia mudéjar que había empezado a construirse a finales del XIII, en 1284.

                  Desde el punto de vista arquitéctonico, la primera fase constructiva es la más interesante: nave única, cubierta con cañón transversal apuntado, capillas entre los contrafuertes y ábside poligonal. Es un modelo que repetirán varias iglesias mudéjares de la ciudad.

                Por su parte, la torre es de planta octogonal, y su estructura interior obedece a la del alminar almohade: dos torres, una interna y otra externa, con una rampa de escaleras intermedia, cubierta mediante bóvedas de ladrillo por aproximación de hiladas. Al exterior, la torre queda definida en cinco pisos, apenas decorados, y separados por frisos de esquinillas. En los dos primeros pisos se practicó una ornamentación a base de espigas y arcos de medio punto entrecruzados, que se repiten en los ejemplos de iglesias mudéjares más antiguas. Desgraciadamente, quedan ocultos por el edificio claustral.

               En el cuerpo de campanas aparece una decoración más profusa. Este cuerpo se organiza en base a vanos en arco apuntado, que cobijan a su vez otros sendos vanos gemelos túnidos, partidos por un pilar. Como ornamentación encontramos un friso de arcos de medio punto entrecruzados y sobre éstos una retícula de cruces de múltiples brazos, formando rombos. Los dos últimos cuerpos suponen ampliaciones posteriores, formados por vanos apuntados y de medio punto doblados. El chapitel que podemos contemplar data del siglo XIX.

   





                San Gil

               En el corazón de la Zaragoza de ayer y de hoy se encuentra la Iglesia de San Gil, justamente dando la espalda entonces a una de las puertas que daba acceso a la judería de la ciudad, y en la actualidad mirando a la fachada trasera del Teatro Principal, porque el edificio religioso cambió su orientación al ser reformado en el siglo XVIII. La encontraremos exactamente al comienzo de la calle conocida popularmente por el mismo nombre que identifica a su iglesia y oficialmente denominada como de Don Jaime I.

              La apariencia actual de San Gil es consecuencia de la remodelación barroca a que fue sometida entre 1719 y 1725. Ahora bien, la fundación de la iglesia se remonta a poco después de la conquista cristiana de la ciudad, siendo posteriormente reconstruida en el siglo XIV, en términos mudéjares, y según una tipología de iglesia-fortaleza, de la que es arquetipo. En concreto presenta una configuración en nave única, con dos tramos y capillas laterales entre torres-contrafuerte, y con tribuna o paseador por encima de los laterales. Por desgracia, estas importantes características apenas pueden apreciarse al quedar el edificio envuelto casi en su totalidad por construcciones posteriores.

           Sólo la magnífica torre, amenazada de demolición en 1358, como la de San Pablo, se puede contemplar con comodidad desde la calle.

          De manera sabia y elegante, sus constructores solucionaron el paso, en la zona inferior, de planta cuadrada a rectángular, lo que se produce por encima de la línea de tribunas. Por su parte, el cuerpo de campanas se estiliza gracias a la presencia de dos filas de vanos: la inferior en arcos tumidos partidos por pilastra, bajo otros apuntados, como en San Pablo, y la superior compuesta por arcos tumidos también.

             Como elementos decorativos cabe mencionar las cruces de múltiples brazos formando rombos, con discos de cerámica; los arcos mixtilíneos y lobulados, ambos entrecruzados, recuadramientos en alfiz para los vanos, o el anudamiento de las claves de los arcos, de arcaica tipología.



              (Continuará...)


 * © fotografías 2007 Miguel Angel Latorre.

 

7 comentarios

Luisa -

Ybris, la ciudad va a renovarse mucho con la Expo en cuanto a obras nuevas: puentes espectáculares, orillas del río renovadas, edificios, etc. Pero espero que todo ello sirva además para ayudar a que valore mejor toda la riqueza patrimonial de la ciudad (la que queda, porque se ha destruido mucho): foro, teatro, cloacas, puerto.. romanos, Aljafería, la Seo (en si misma un mundo), un buen número de palacios renacentistas... en fin que si lo hubiéramos conservado todo, con más de dos mil años a cuestas, imagina... Un beso.

Luisa -

Me alegro de que te gusten estos textos. El mudéjar es una manifestación artística muy especial. Algún paseo más queda todavía.

Luisa -

El barrio de San Pablo, Inma, es, realmente, una referencia para toda la vida y la historia de Zaragoza. Ahora de nuevo se ha llenado de gentes llegadas desde fuera, desde muchos sitios distintos. Toda esa riqueza cultural se merece una dignificación del lugar. San Pablo es espectácular. Pero San Gil es muy "coqueta".
Besicos, reina.

Ybris -

Tendré que ampliar mi estancia cuando vaya a la Expo. Se me han renovado los ojos y las ganas leyéndote.

Gracias. Besos.

Magda -

Estos tres textos sobre arte Mudéjar han sido un deleite, Luisa.

lamima -

San Pablo...magnífico...me repito como el ajo! :))

lamima -

Hay cosas que no cambian Luisa: San Pablo sigue siendo un barrio singular (aunque degradado, si, a ver si lo solucionan)refugio de nueva población, aunque ahora venga de más lejos...
Ya me había fijado en la iglesia de San Pablo pero me has descubierto San Gil. Me he de fijar mejor cuando pase por allí en esa torre, si (mi suegra le tenía especial cariño: se casó allí).
Ah, a la Seo hay que dedicarle algo grande (SEO-GELLON?),ese paño mudéjar al que aludes me tiene enamorada de verdad.
Prepara algo hermosa, y con esas fotos tan magníficas que tiene Jose Antonio quedará magnífico.
Bueno, que muchos besos.
Lista para la próxima clase.