Por escribir sus nombres, de Víctor Juan
"Por escribir sus nombres" es un magnífico título para un libro. Para una novela. La que ha escrito Víctor Juan sobre el amor sin sitio entre Francisco Ponzán y Palmira Plá, durante la guerra civil española y la segunda guerra mundial. Se presenta mañana, 31 de mayo, a las 20 horas, en la Biblioteca de Aragón, en Zaragoza, durante un acto que seguro contará con un buen puñado de amigos, entre ellos Antón Castro y José Luis Melero, que van a estar de oficiantes junto al autor.
"Por escribir sus nombres" es un libro emocionado y emocionante. Se nota que a Víctor Juan los personajes reales le han conmovido hasta el tuétano, y eso es bueno, creo yo. Tampoco es extraña la devoción, porque ciertamente las vicisitudes personales y colectivas de Francisco Ponzán y Palmira Plá no pueden dejar indiferente a ninguna persona de ley. Francisco Ponzán fue discípulo del asesinado Ramón Acín, - delicado artista, generoso profesor y más generoso luchador- y, como éste, de credo y vida anarquistas. Bajo este ideario se entregó a la lucha en la guerra civil y después, prolongando sus actuaciones en el afán de combatir a los vencedores franquistas desde el territorio de la Francia de la segunda guerra mundial.
Palmira Plá, que lo conoció en Caspe, donde permanecía el Consejo de Defensa de Aragón, sentía que esa diferente forma de estar en el compromiso común -ella era socialista- los separaba tan inevitablemente como la propia historia, tan difícil, lo estaba haciendo. Amó a Francisco Ponzán. Pero, mientras éste hubiera querido llevarla en volandas a su lado, fuera como fuera, contra toda corriente, Palmira se impuso la disciplina y fue tan racional como la necesidad de sobrevivir le dictaba. Se amaron sin sitio, encontrándose y desencontrándose, buscándose y perdiéndose, rememorándose y olvidándose, hasta que los alemanes asesinaron a Ponzán una semana antes de la liberación de París, mientras Palmira velaba su prisión en Toulouse, de donde se lo llevaron para matarlo junto a otras cincuenta personas, quemando después sus cuerpos.
Palmira era maestra comprometida. Paco un combatiente. Su historia no es más triste ni heroica seguramente que la de muchos de aquel entonces. Ni más desgarradora, con todo lo que lo es. Y Víctor Juan lo expone con decisión y delicadeza, siguiéndoles los pasos, imaginando lo que pudo suceder, contándolo para que al cabo de los años no lo olvidemos. Una historia de amor imposible, como muchas. A la que acompaña la que se cuenta entre el narrador de la novela y la abogada y librera Irene, que crece en paralelo a la novela y casi se marchita un poco por el temor y la mordaza de las experiencias. Frente a ella la historia de Francisco y Palmira es más imposible si cabe, pero más real, porque su imposibilidad no fue cobardía o silencio, sino desesperación. Y seguramente, en la novela la sombra de aquella gran historia ayuda a que la otra, la de ahora, crezca y tome vuelo porque lo contrario no hubiera sido justo para la de entonces.
Un libro éste "Por escribir sus nombres" en el que aprendemos complejidad emocional e intelectual. En el que aprendemos de la fuerza de las palabras, del vigor de un nombre que se pronuncia como una oración, como una advocación para seguir viviendo, tan real como la propia presencia amada. Víctor Juan aúna relato y sentimiento poético, temblor, sin duda, en este libro, que yo ya he terminado de leer con tanto gusto.
* Un nombre pronunciado: cuando yo estudiaba COU en la antigua Universidad Laboral de Zaragoza tuve una profesora de francés, que hablaba un francés dulce y excelente y contaba algunas cosas sin contarlas. Era aún tiempo de silencio. Ella era Sol Acín. Yo entonces no lo sabía, pero era la hija de Ramón Acín, aquella que con su hermana Katia jugaba de pequeña con la caja de música evocada en la novela de Víctor Juan, y que fue una de aquellos profesores de aquella extraña Universidad Laboral junto a los que aprendí que las cosas no eran lo que parecían en este país y que otra forma de vivir era posible. Hoy sé que la línea del tiempo, a pesar de todo, no se terminó pues de romper. Que aún nos alcanzó la honestidad de aquellos que con tanto sufrimiento supieron esgrimirla y vivir o morir con dignidad.
*Víctor Juan, "Por escribir sus nombres". Prames. Zaragoza. 2007.
7 comentarios
sildenafil -
Luisa -
Besos, besos.
ana -
un beso!!
Luisa -
Luisa -
ana -
en fin, q le tengo mucho cariño, o "la" tengo, como dicen ahora algun@s. descubrir el idioma con ella fue fascinante.
espero q estés mejor.
laMima -
Ya tengo ganas.
(Como sea me escaparé para esa presentación)
¿Te veo allí hermosa?, un beso