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El poder de las imágenes

El poder de las imágenes

 

 

 

Una historia de las muchas que cuenta Orhan Pamuk en "Me llamo Rojo", acerca del poder de las imágenes:

       

  Bâ

         "En un tiempo no demasiado lejano pero no demasiado cercano, cuando todo se repetía de tal manera que de no ser por el envejecimiento y la muerte los hombres no habrían percibido que había algo llamado tiempo y cuando el mundo era ilustrado con las mismas historias y pinturas como si el tiempo no existiera, el pequeño ejército del sha Fahir "pulverizó" a las tropas del jan Selahattin, según se cuenta en la breve Historia de Salim de Samarcanda. El victorioso sha Fahir, después de torturar hasta la muerte al jan Selahattin, a quien había tomado prisionero, en primer lugar, siguiendo la costumbre, visitó la biblioteca y el harén del difunto soberano para imprimirles su propio sello. El experimentado encuadernador de la biblioteca había comenzado a desencuadernar los libros del rey muerto, a combinar las páginas y a encuadernar nuevos volúmenes, los calígrafos a cambiar en las inscripciones del nombre del "siempre vencendor" Selahattin Jan por el de Fahir Sha el Victorioso y los ilustradores a borrar de las más hermosas pinturas de los libros las caras, magistralmente trabajadas, del fallecido Selahattin Jan, desde ese momento condenado al olvido, para pintar en su lugar el rostro más joven de Fahir Sha. A Fahir Sha no le costó el menor esfuerzo encontrar la mujer más bella en cuanto entró en el harén, pero siendo como era un hombre delicado que entendía de libros y pintura, en lugar de poseerla por la fuerza, decidió ganarse su corazón y habló con ella. Y la sultana Neriman, bella entre las bellas y viuda llorosa del difunto Selahattin Jan, le pidió una única cosa a Fahir Sha, que había de ser su nuevo marido. Su deseo era que la cara de Selahattin Jan no se borrara de un libro que relataba los amores de Leyla y Mecnum y en el que Leyla aparecía con los rasgos de ella y Mecnum con los de él. El derecho a la inmortalidad, que su marido había estado años intentando conseguir encargando libros, no debía serle arrebatado al difunto, al menos en una página. Fahir Sha el Victorioso aceptó generosamente cumplir con aquel deseo tan simple y ésa fue la única pintura que no  retocaron los ilustradores. Y así Neriman y Fahir hicieron el amor, se enamoraron sin que pasara mucho  tiempo y olvidaron el pasado terrible. Pero Fahir Sha no había olvidado aquella pintura del volumen de Leyla y Mecnum. Lo que le inquietaba no era que su mujer estuviera pintada con su antiguo marido ni los celos, no. Le reconcomía el hecho de que, como no estaba pintado en aquel libro maravilloso, entre las leyendas antiguas, se le impedía alcanzar el tiempo infinito, unirse a los inmortales junto con su esposa. Tras cinco años de que el gusano de aquella inquietud le royera los huesos, al final de una noche feliz en laque había hecho el amor largamente con Neriman, Fahir Sha tomó un candelabro, entró a escondidas como un ladrón en su propia biblioteca, abrió el tomo de Leyla y Mecnum e intentó pintar su cara en lugar de la del difunto marido de Neriman. Pero como tantos monarcas aficionados a la pintura, él mismo no era sino un ilustrador mediocre y no acertó a pintar bien su rostro. Y así fue como el bibliotecario, que abrió el libro aquella mañana sospechando algo, se encontró con que frente a Leyla con el rostro de Neriman aparecía una cara nueva que no era la del difunto Selahattin Jan y proclamó a los cuatro vientos que tampoco se trataba de la de Fahir Sha, sino la de su principal enemigo, el joven y apuesto Abdullah Sha. Aquel rumor desmoralizó tanto a los soldados de Fahir Sha como envalentonó a Abdullah Sha, el joven y agresivo nuevo soberano del país vecino. Y así fue como también él derrotó en la primera batalla a Fahir Sha, lo tomó prisionero, lo mató, imprimió su propio sello en su harén y en su biblioteca y se convirtió en el nuevo marido de la siempre hermosa sultana Neriman."

        

         (Incluida en el capítulo 13, "Me llaman Cigüeña". De la novela "Me llamo Rojo", Orhan Pamuk. Traducción: Rafael Carpintero. Circulo de Lectores, 2003).

16 comentarios

supra shoes -

Una hermosa historia

Supra Skytop -

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Luisa -

Yo creo que también, e incluso en el poder de las palabras... La historia es muy hermosa sí, M.M.
Hoy me he enterado en la prensa de que Pamuk tiene que marcharse de Turquía. qué triste.

M.M -

Una hermosa historia...y yo que soy un poco bruja creo en eso del poder de las imágenes...

Luisa -

El libro de Pamuk es una gozada y retrata bien el mundo de los ilustradores en el mundo otomano del siglo XVII. Quiero decir que los valores éticos que componen los personajes de Pamuk son los propios de aquella sociedad, que el autor utiliza para preguntarse, como tú, cosas acerca del comportamiento humano y de la sociedad que están sin resolver desde siempre y que quizá nunca lo hagamos.
En cuanto al mundo contemporáneo, recuerda, por ejemplo, que muchos nazis eran grandes amantes de la música y del arte, capaces de conmoverse con estas manifestaciones de sensibilidad y atrozmente indiferentes al dolor humano.
Todo está dentro de la naturaleza humana, todo; lo que no nos gusta, también.

Por cierto, algo que a ti, como ilustrador, te gustará de la novela de Pamuk es que uno de los protagonistas es el color rojo.

Chema -

Como siempre, tardano, mi comentario, para confesar la ilusión que me hace leer historias en las que el ilustrador es respetado a la par que amanuenses, encuadernadores y bibliotecarios, que quizá vendrían a ser figuras parejas a las de autores, editores y críticos actuales. La situación ha cambiado en verdad;) Pero, Luisa, hay algo que no entiendo (sobrepasando voluntariamente la fábula), ¿cómo un hombre delicado que entendía de libros y pintura, pudo torturar hasta la muerte? ¿Los torturadores e instigadores de guerras e invasiones actuales serán también cultivados en lecturas y contemplaciones? Me temo que ésta es una pregunta muy antigua y posiblemente sin respuesta. Sobre todo, gracias por estas luces en tu blog, Luisa.

Luisa -

No he leído "Estambul", Ana. La tengo anotada y le llegará el turno. Me han dicho que es muy diferente a "Me llamo Rojo". Mejor. Besos.

Luisa -

Sí, Mima, creo que algo de éso quiere contar Pamuk, aunque con tantos matices y sentidos que la novela se convierte en un fastuoso tapiz del comportamiento...
Lo de la lista de lectura, es que no tiene remedio. Besitos.

ana a. -

Casualidades, azares: justo ahora estoy leyendo ESTAMBUL, las memorias urbanas de Pamuk. También muy interesante. Un besico.

lamima -

Preciosa historia, llena de símbolos. Veo, como Ybris, ese interés por auparse y humillar a los vencidos de alguna gente: no puede quedar viva ni siquiera su imagen. Al final ese empeño se vuelve contra uno...
(P.D: Ala, otro libro mas a la cola..)

Luisa -

¡Jolín, un Amadís en casa! El mundo de la imagen es inacabable, Jio. Todos somos un poco animistas. La historia me pareció hermosísima y terrible: el retrato y la eternidad, ¡qué miedo...!

Luisa -

Ybris, Pamuk me parece un escritor de esos que comprenden el mundo y la realidad de una manera muy total y profunda. Esta novela a mi me gusta mucho. Me ha interesado mucho también tu percepción de la historia. Creo que tienes razón. La novela también trata algo de vencidos y vencedores (cuestión de poder, siempre): hay que tener en cuenta que la profesión de ilustrador en la sociedad islámica no era bien vista, y sin embargo los ilustradores podían llegar a ser muy influyentes, al parecer.

jio -

igualita a lacarra :P
cuando (la literata) nos explicó los detalles de grabación de su amadis, que se había comprado con su marido blecua... yo flipando, preguntando por los colores, las tintas, los métodos.... pero luego no me he documentado mucho más, me tiré directamente a los nuevos métodos de coloración del ordenador.
¡qué bonita la historia también! ;)

Ybris -

Formidable Pamuk.
Cautivadora y profunda cita la tuya sobre la historia de los vencedores tratando de crecer sobre los vencidos.
Tendré que dejar de dormir para poder leer tantas cosas como me apetecen.

Besos.

Luisa -

Es verdad, Magda, la novela es fascinante. Como lo es las proposiciones que hace Pamuk en cuanto al sentido de la imagen en Oriente y Occidente, al poder taumatúrgico de las mismas, casi divino, pero también a su capacidad de crear poder "real". Luego, no sé, las historias que cuenta son fantásticas, llenas de vida. Y es muy arriesgado lo que hace en cuanto a los puntos de vista narrativos. En fin, que sí, que tendrás que comprarla para acabarla. Se lo merece.
Un beso.

Magda -

'Me llamo rojo' es una novela fascinante, Luisa. No lo vas a crrer lo que me pasó con ella: iba a un poco más de la mitad y... ¡la perdí! o no se si alguien la tomó "prestada" definitivamente. La cosa es que nunca la hallé. La voy a comprar nuevamente, no es posible que no sepa el final.

Soy una enamorada de la imagen, y la relación literatura-pintura me apasiona. Un bello fragmento el que nos compartes.

Un abrazo