Las maravillas del mudéjar (IV): Zaragoza
La Magdalena
Para muchos zaragozanos es la de la iglesia de La Magdalena la torre mudéjar más hermosa y mejor proporcionada de la ciudad, especialmente después que recuperara, hace ya más de treinta años, su apariencia original de la mano del restaurador Iñiguez Almech, que la despojó de las remodelaciones a que fue sometida, como el resto del edificio, en época barroca, concretamente entre 1727 y 1730.
Además de la torre, se modificó también el interior de la iglesia y se invirtió la orientación del templo, de tal manera que el ábside mudéjar se convirtió en el acceso al recinto, tal y como hoy todavía continúa. Cuando se construyó, la torre quedaba situada a los pies de la iglesia, mientras que el ábside casi se tocaba con el muro de cierre de la judería, enfrentado además con la Puerta de Valencia de la muralla romana.
Al interior, los alarifes mudéjares plantearon en la primera mitad del siglo XIV un edificio de nave única, en tres tramos, y ábside poligonal de siete lados, sin contrafuertes.
Por su parte, la torre, de planta cuadrada, se ciñe al modelo de los alminares almohades: dos torres, una envolviendo a la otra, y entre ambas las escaleras cubiertas mediante bóveda por aproximación de hiladas. La torre interior está dividida en estancias. Al exterior encontramos arcos mixtilíneos, ventanas abocinadas en arco de medio punto, paños de cruces de múltiples brazos formando rombos.
En el muro del ábside, el perfil facetado de éste permite decoración con arcos mixtilíneos entrecruzados, ventanas en arco apuntado, y de nuevo las cruces de múltiples brazos en el alero del tejado.
San Miguel de los Navarros
La parroquia de San Miguel de los Navarros surge en el siglo XIII, en el sureste del caserío zaragozano, entre la muralla romana y el muro exterior, para acoger a la población de esta zona. Sin embargo, a diferencia de lo que había sucedido con San Pablo, no se planificó un barrio como tal, debido al carácter disperso de sus habitantes y a que este territorio estaba ocupado fundamentalmente por monasterios.
La fábrica mudéjar de la iglesia de San Miguel de los Navarros data del siglo XIV. En concreto se sabe que la torre se construía en 1396. Durante el siglo XVI, el recinto debió sufrir algunas obras de modificación y consolidación, encomendadas a Gil Morlanes, hijo. En el siglo XVII, entre 1666 y 1669, el edificio fue reformado en profundidad, tanto en el interior como en el exterior. Mucho más el interior, que quedó totalmente transformado. En cambio, al exterior encontramos elementos característicos de la obra original, una construcción que fue de una sola nave, con ábside poligonal de cinco lados. Entre la decoración sobresale la de dicho ábside: cruces flordelisadas recruzadas y cruces de múltiples brazos formando rombos.
La torre queda dividida en tres cuerpos. El primero, sin decoración. El segundo, ornamentado a base de arcos mixtilíneos entrecruzados y cruces de múltiples brazos de nuevo.
El tercer cuerpo, el de campanas, está dividido a su vez en dos pisos: el inferior presenta un vano en arco apuntado, que alberga dos arcos gemelos, recuadrado por una faja de lazo de cuatro octogonal; el superior, tiene arcos lobulados entrecruzados y cruces de múltiples brazos. Fue roto para abrir vanos para campanas y se le sobrepuso además un chapitel de estilo dieciochesco, que se conserva en la actualidad.
© 2007 fotografías Miguel Angel Latorre.
10 comentarios
Luisa -
Marta -
Un saludo,
Entrenómadas
Luisa -
Luisa -
Me alegro de que el post te haya gustado. Quizás intente preparar más cosas sobre arte.
Es verdad, Magda, muchas cosas de éstas anda por "Pan de oro". Un beso.
Luisa -
Isabel a veces en la red ocurre cosas inexplicables de entrada. Me quedo muy extrañada de lo que me cuentas, porque tu página parece tener un montón de visitas constantemente. Espero que se arregle el asunto. No te desanimes, tus lectores somos fieles. Un abrazo.
Teresa -
un beso grande!
Magda -
Tu post (buenísimo) de hoy me recuerda circunstancias que hay en 'Pan de oro'.
isabelbarcelo -
Luisa -
lamima -
Que ciegos vamos a veces por el mundo...