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Retablo mayor de Tauste (II)

Retablo mayor de Tauste (II)

 

 

         El retablo mayor de Tauste se talló en madera de pino, dorada y policromada.  Estructuralmente, responde al tipo de "retablo de entrecalles", ampliamente utilizado en Aragón durante la primera mitad de siglo XVI. Se trata de una fórmula que permite conservar la antigua costumbre de introducir ciclos iconográficos paralelos al discurso principal respetando el sentido  de la ordenación arquitectónica renacentista. Para ello se diseñan en el cuerpo del retablo las llamadas entrecalles (en puridad alineaciones de casas más estrechas), que flanqueando las calles principales permiten situar series de apóstoles y santos sin crear confusión en el argumento doctrinal del retablo, ya  que se establece una jerarquía espacial entre las casas principales y las secundarias .

              Con arreglo a este concepto general, el retablo mayor de Tauste se construyó con los siguientes elementos:

              El sotabanco, limitado a los extremos laterales del retablo, está constituido por paneles decorados, enmarcados por pilastras de profusa decoración. Se eleva sobre un zócalo y lo cierra una cornisa.

              El banco se articula en siete hornacinas, separadas por columnas pareadas (que son una innovación en el momento de construcción del retablo), sobre las que se disponen figuras exentas. El banco apoya sobre zócalo corrido y se corona en entablamento. Tras las columnas se disponen las características contrapilastras decoradas, y sobre las hornacinas paneles de bella ornamentación.

              El cuerpo principal está integrado por dos pisos y tres calles, la central más ancha, separadas por cuatro entrecalles, flanquedas por columnas y sus correspondientes retropilastras. Todas las casas son hornacinas, con excepción de tres de las cuatro caras de que dispone el cubo giratorio que se encuentra en la calle central del segundo piso. Se trata de un sorprendente recurso (que aparece también en el retablo de la Cartuja de Burgos), que al girar va mostrando cuatro escenas diferentes, lo cual permite disponer de la más adecuada a la época litúrgica. En una de sus caras se dispuso el expositor, que por su tamaño parece emular los de La Seo y El Pilar. Es circular y está ornado por una corona de cabezas de ángeles. Como el cubo giratorio tiene acceso desde una pequeña estancia situada detrás del retablo, el Santísimo podía quedar teatralmente iluminado desde allí mediante lámparas, convirtiendo al retablo en una enorme custodia-expositor.

              Un zócalo corrido sostiene el primer piso que a su vez se cierra en un entablamento. El segundo piso no dispone de zócalo, aunque sí de entablemento final.

              El ático está integrado por una casa rectangular, delimitada por entrecalles. Descansa sobre zócalo y soporta un entablamento rematado en frontón curvo.

              El retablo dispone de polseras a lo largo del cuerpo principal, apoyadas sobre figuras tenentes. Fueron profusamente decoradas.

              La decoración es en el retablo mayor de Tauste un elemento de importancia principal por dos razones: una, su riqueza y calidad, que contribuye indudablemente en buena parte a la excelencia del conjunto de la obra; otra, que este conjunto decorativo constituye sin duda uno de los hitos fundamentales para la consolidación de las formas ornamentales renacentistas en Aragón, que parece llevarse a cabo entre 1519 y 1521.  El camino trazado en este sentido por los talleres de Forment y de los Morlanes desemboca ahora en la producción de un conjunto de retablos, donde a excepción del mayor de San Miguel de los Navarros (Zaragoza), obra de Forment, juegan un papel decisivo Gil de Morlanes, hijo, y el florentino recién llegado Juan de Moreto.

              El contacto entre ambos escultores fue decisivo para la implantación definitiva del grutesco en los retablos aragoneses, momento que se concretaría en la plasmación de un repertorio de raigambre toscano-lombrada,  según modelos de finales del quattrocento e inicios del cinquecento en este retablo de Tauste y en la capilla Lasala de Jaca (encargada a Juan de Moreto, que contó con la colaboración de Gil Morlanes y Juan de Salas para llevarla a cabo). El vocabulario ornamental desplegado en ambas obras ofrece claras semejanzas y paralelismos entre sí, tanto tipológicos como de composición morfológica. Vamos a centrarnos, no obstante en el repertorio taustano.

              El lenguaje desplegado en el retablo de Tauste incide en los elementos de hibridación zoo-vegetal, cobrando relevante importancia los motivos fantásticos (dragones, grifos, etc), a los que se añaden máscaras, antorchas, candelabros, jarrones, trofeos, formas vegetales, etc., y todo dentro del vocabulario del grutesco.

              Las referencias de origen italiano para todos estos motivos se localizan en obras como el Palacio Ducal de Urbino, la Certosa de Pavía o Santa María de los Milagros de Venecia, que a su vez son sucesos esenciales en la difusión del grutesco en Italia. En Urbino, encontramos las típicas sucesiones de acantos y capullos con roleos de semejante tipología a los que se suceden en Tauste. El águila y el grifo, que forman parte de algunas de las composiciones más destacadas del retablo aparecen también en Urbino, desde donde llegarán a Venecia de la mano de los artistas lombardos que trabajaron en el Palacio de Urbino.

              Precisamente, lombardos como Francesco di Simone y Domenico Roselli, alumnos de Pietro Lombardo, fueron los autores de las ornamentaciones de la Sala de la Audiencia del Palacio Ducal, donde se desarrolla un repertorio icónico de resabios todavía arqueológicos, que reúne candelabros, aves, máscaras, delfines, cuernos de la abundancia, etc. Todos ellos, con diferentes diseños, modificados según las fuentes de transmisión, llegan a Tauste. De hecho, la composición ornamental del sotabanco del retablo mayor de Tauste presenta una organización de los motivos ornamentales (máscara, dragones, aves, candelabro, cartela y roleos) totalmente similar a la dispuesta en alguno de los paneles decorativos de Santa maría dei Miracoeli, realizados por el taller de Pietro Lombardo.

              Un elemento típico de la escultura decorativa lombarda son los medallones con busto, formados por una corona de frutos, flores y hojas, de formulación eminentemente ornamental, tal y como fueron trabajados en el retablo mayor de Tauste.

              Un eco diferente, proveniente de los artistas que trabajan en Roma, influidos por el descubrimiento de la Domus Aurea a finales del siglo XV, se percibe en las espléndidas y sencillas composiciones de candelieri que cubren las contrapilastras del retablo mayor de Tauste. Las similitudes se aprecian especialmente con respecto al repertorio desarrollado por Pinturicchio.

              Todas las referencias apuntadas, que no son exclusivas por otra parte, nos sirven para ejemplificar el contexto y momento italianos donde pueden rastrearse los más directos ascendentes de los modelos ornamentales de Tauste, y que globalmente han de concretarse por un lado en tipologías toscanolombardas anteriores al descubrimiento de la Domus Aurea, y por otro, conocidos ya los grutescos de ésta, a sus interpretaciones más fieles y arqueológicas. Este último término parece venir refrendado por la concomitancia existente entre los elementos decorativos del retablo mayor de Tauste con algunas composiciones y motivos recogidos en colecciones de dibujos  que reproducen grutescos de la Domus Aurea o recrean nuevos modelos a partir de aquellos.

              Existen notables analogías, por ejemplo, entre los trofeos incluídos en el Codex Escurialensis y lo que hallamos en el retablo mayor de Tauste. Igualmente, el Codex Barberini conserva un dragón dibujado por Giulano da Sangallo, interpretado de un motivo de la Domus Aurea, y que aparece acompañado de jarrón y acanto según un morfema usado repetidamente en Tauste.

              Si los cuadernos de dibujos, desde los más conocidos y divulgados italianos, hasta los más humildes y anónimos que tuvieron que existir en cada taller artístico, incluídos por supuesto los aragoneses, desempeñaron un destacadísimo lugar en la transmisión de moelos ornamentales, tampoco hay que olvidar la contribución de las ilustraciones de libros. La comunidad de vocabulario entre la ornamentación impresa y el relieve decorativo es total. Podemos recurrir a algún ejemplo concreto. La Biblioteca Mediceo Laurenziana de Florencia guarda la Biblia de Matías Corvino, que muestra orlas de candelieri con los mismos elementos y tipologías de Tauste.  Candelieri de iguales características, así como trofeos de semejante definición a los existentes en Tauste, se encuentran también en el manuscrito del tratado De Spiritu Santo, de Dídimo, cuyas ilustraciones realizadas en Florencia se deben a Gherardo y Monte del Fora.

              De Venecia procede una Historia de la Humanidad, de Filippo da Bergamo, impresa en 1513, cuyas páginas se ornamentan, entre otros morfemas, con candelieri confeccionados a base de acantos, máscaras, delfines, águilas, trofeos, etc, que tiene claras analogías con los utilizados por Morlanes y también por Moreto.

              En cuanto a las imprentas penínsulares, nos interesa sobre todo el área de la Corona de Aragón, puesto que, como sabemos, uno de los caminos naturales de introducción del renacimiento en Aragón fue el Levante. El parentesco de los repertorios ornamentales de Tauste con libros impresos en la zona oriental de la península demuestra cuando menos una comunidd cultural en la Corona de Aragón durante el primer tercio del siglo XVI. A modo de ejemplo, podemos considerar una compilación de los privilegios de las órdenes menores, impresa en Barcelona en 1523, y en la que se observa una orla con dragones adosados del tipo existente en el retablo mayor de Tauste.  El mismo acerbo decorativo se patentiza en los libros nacidos en Zaragoza. De la famosa imprenta de Jorge Cocci salió el "Missale cesaraugustano" que presenta en su portada parejas de dragones en su orla superior y delfines en la inferior.

              Hemos aludido a la raíz toscano-lombarda del vocabulario decorativo del retablo mayor de Tauste. Igualmente puede decirse del tratamiento estilístico de dichos motivos ornamentales integrados en las estructuras arquitectónicas. Hay una tenencia clara a la hiperornamentación, aprovechándose prácticamente todas las superficies libres (frisos, paneles sobre hornacinas, frentes de pilastras y basamentos, columnas). No obstante, nunca la ornamentación llega a enmascarar las líneas constructivas, ni la potencia estructural de los elementos arquitectónicos. Además la  estricta obediencia a la simetría a que se someten todas las composiciones confiere claridad a las mismas, a pesar de su reiteración.

              En lo que se refiere al trabajo de talla, Morlanes evidencia en Tauste una cierta evolución respecto a su obra inmediatamente anterior, el retablo de Santiago en La Seo de Zaragoza. Se ha acentuado ahora el sentido del volumen, persiguiéndose una talla más redondeada, aunque subsiste la tendencia a trabajar uniformemente las superficies y el tratamiento algo aristado de los contornos.

 

*© texto 2007 Fernando Sarría/Luisa Miñana

*La imagen es un dibujo de una composición de candelieri que aparece en uno de los paneles del sotabanco del retablo.

7 comentarios

pasapues -

Eso, eso.
Fernando hay que organizar una charla in situ. (frente al retablo, en la mismisima Santa maña de Tauste)

Luisa -

Y más que recordarás.... (me andan pidiendo que des una charlita in situ;)

Fernando -

Recuerdos...

Luisa -

Pues esperamos que los disfrutes, que para eso es el retablo de tu pueblo. Aún queda por lo menos otra entrega.

inde -

Seguro que soy la que más a fondo se está leyendo estos texticos... :)

Luisa -

Gracias a ti, guapa.

Marisa -

Gracias, flaquica.