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Bombay...

Copio parte de un artículo publicado hoy en El Periódico de Aragón por la periodista y concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza, Lola Campos. Yo no tengo palabras. Y ella sabe de lo que habla.

 

"India es un continente atravesado por largas vías de tren que son venas que conectan la vida de norte a sur. Bombay es una megalópolis que necesita el tren para funcionar a diario. En los vagones de segunda categoría viajan hombres y mujeres, niños y adultos, personas de toda clase y condición que van apretándose a medida que el tren marcha. La city financiera, comercial e industrial queda casi siempre lejos de casa. Todos viajan en perfecto desorden, con un silencio misterioso. Más que conversaciones hay miradas.

En el vagón nadie desconfía de nadie, incluso todos te ayudan a que no pierdas el bolso o los zapatos. Pocos extranjeros se atreven a internarse en esa jungla, porque hace falta una especial pericia para entrar y salir de estas jaulas en las que hay momentos en que desaparecen de tu vista los viajeros que antes veías sentados. Incluso te cuentan que a veces alguno no ha llegado a su destino porque, en medio del forcejeo, la muerte ha pasado factura. Para un occidental no hay acontecimiento de masas que pueda compararse a esta concentración de cuerpos morenos, olores especiadas y ojos de mirada indefensa.

LOS CANALLAS que han roto este desorden respetuoso, los salvajes que han puesto gritos de dolor en este silencio multitudinario, no tienen alma. Nunca tienen alma los asesinos, pero cuesta imaginarse un caos mayor que el habitual en las estaciones de tren de Bombay. Cuesta ver desconfianza en los ojos de los indios. Cuesta pensar que las indias recatadas estén hablando de otra cosa que no sean los afectos y las tradiciones.

Me resisto a pensar en los niños abandonados y los abuelos desquiciados. Lo que Bombay necesita no es, precisamente, más dolor, ni más muerte ni más caos. Alguien se ha acordado de los olvidados y maldita la hora. " (La Ley del Desorden, El Periódico de Aragón, pag. 5 de la edición impresa)

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