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Pan de Oro en Narrativas

 

La revista Narrativas, que tan acertadamente y esforzadamente editan Carlos Manzano y Magda Díaz, ha tenido la generosidad de incluir en su recién nacido número tres una reseña sobre Pan de Oro. No me atrevo a reproducirla en todos sus términos, porque su autor, Carlos Manzano, ha sido tan extremadamente amable y dadivoso con Pan de Oro y su autora, que reconozco cierto rubor por mi parte al leerla. Gracias desde aquí. Pero sí que quiero transcribir -puesto que este blog lleva por título el de la novela y nació con ella-  los párrafos iniciales de dicha reseña, porque creo que explican muy bien los principales hitos argumentales de la narración y también algunas de las ideas que sostienen su edificio, sin duda las más determinantes. Gracias igualmente, por tanto, a Carlos Manzano  por tan atentísima lectura:

 

Pan de Oro, novela histórica de la escritora Luisa Miñana, gira en torno a la figura de Pedro Milano, imaginero lombardo que en el siglo XVI se instaló en la localidad de Zaragoza para dejar su huella en diversos retablos e iglesias del lugar, entre las cuales destaca la sillería del coro de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. De las diversas vicisitudes de las que en la novela se dan cuenta, destaca por derecho propio la relación que Milano mantiene con otro de los grandes artistas españoles de la época, el valenciano Damián Forment, una relación que llevará a ambos al enfrentamiento más visceral no sólo en el terreno artístico, sino sobre todo en el personal, y que dará pie a la acusación que puso a Milano ante el Tribinal de la Santa Inquisición a consecuencia de unos dibujos obscenos realizados por él y de su afinidad con ciertos círculos intelectuales próximos al pensamiento de Erasmo de Rotterdam.

 

La historia, lejos de reseñarse de una manera lineal y escalonada, nos es presentada a través de cuatro puntos de vista complementarios: el de su hijo póstumo Luis, fruto de su matrimonio con su segunda mujer, María de Heredía; el de ésta última, con quien Milano apenas llegó a compartir dos años de vida en común; la de su compañero y amigo Tomás Berásategui, que no en vano ocupa la mayor parte de la obra y es la más prolija en datos y circunstancias; y finalmente la del historiador Miguel Sánchez, que establece un punto de inflexión fundamental en la historia y que además nos llevará a cuestionar lo que ésta nos ha deparado hasta entonces.

 

Por todo ello, la novela va mucho más allá de la mera descripción historicista de unos hechos pasados; son las miradas particulares de estos cuatro testigos lo que nos va situando ante los diferentes sucesos acaecidos en la vida de Pedro Milano -aunque es el relato de uno de ellos, Tomás Berasátegui, el que aporta mayor número de referencias-. De esta forma, estos cuatro puntos de vista individuales no sólo acaban por relativizar los hechos que supuestamente se nos cuenta, sino que además adquieren valor propio, otorgando al propio testigo la condición de protagonista en similar medida a la del sujeto sobre el cual nos hablan.

 

Así, en el primer capítulo, traído de la mano del hijo póstumo de Milano, Luis, sobresale el afán casi agónico del muchacho por recuperar la memoria de lo que no pudo vivir en primera persona, y que no es sino la existencia oscura de su padre:

 

"La memoria es lo que nos otorga un sitio y no otro, la que mantiene abiertos los ojos y los oídos y pone instrumentos en nuestras manos para que sobrevivamos entre tanta incertidumbre y tanto desgobierno como en la vida hubiere." (pág. 21)

 

"Ni un solo minuto compartido con él en la vida me convierte a mí mismo en alguien extraño a mis propios orígenes. Carezco de una parte de la necesaria memoria y por eso la busco con avidez. Seguramente por ello me empeño en que esa memoria vaya construyéndose de alguna manera en el futuro." (pág. 22)

 

Sin embargo, no es tanto la búsqueda del hijo que no ha conocido a su padre como la búsqueda de sí mismo, una búsqueda imposible por cuanto -como muy bien afirmará el historiador Sánchez en el último capítulo- el hallazgo de la verdad es más consecuencia de una extraña mixtura de azares y encuentros que resultado de un estudio concienzudo y meticuloso."  (© 2006 Carlos Manzano. Revista Narrativas, pp. 103-104)

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