Barreras arquitectónicas versus barreras mentales
He perdido el ejemplar escrito del periódico donde leí la noticia y no soy capaz de encontrarla en Internet, en donde parece haberse perdido también. Pero recuerdo bien sus términos y por eso, aunque no sea muy ortodoxo hacerlo sin el apoyo documental, quiero traerla aquí (con el compromiso de que cuando encuentre el reportaje, colocaré su referencia exacta). No quiero dejar pasar más tiempo. Una vecina del barrio zaragozano de Torrero, que ha sido madre recientemente, denunciaba las barreras arquitectónicas de su calle que prácticamente le impiden salir de casa con el carrito de su bebé, debido a la estrechez de la acera, sembrada de postes de la luz y atrincherada por los vehículos aparcados en la calzada y los contenedores de las basuras. Expuesta y desarrollada la situación de esta vecina y del barrio de Torrero en general, con su escasez de aparcamientos, con su hermoso y viejo diseño que se adapta mal a la voracidad urbana de este siglo, con sus inconvenientes para suprimir barreras arquitectónicas, el reportaje concluye con una "disculpa" del concejal de Infraestructuras del ayuntamiento zaragozano. Y es el punto de vista desde el que está hecha esta disculpa lo que más ha llamado mi atención.
Venía a decir el concejal de Infraestructuras que es necesario que los afectados por las barreras arquitectónicas urbanas denuncien particular e individualmente su problema, como hizo la vecina protagonista de la noticia, para que el Ayuntamiento conozca de su existencia y pueda ponerle remedio. Bien. Es un paso. Pero, no parece una manera muy racional de afrontar el problema de las barreras arquitectónicas. Quizás el concejal se sorprendería por la magnitud del número de quejas y denuncias, si todos los afectados diariamente por ellas y por otras situaciones de discriminación o falta de integración recurrieran a este procedimiento. A mi me parece que la Administración, - cualquiera de ellas en sus niveles de competencia al respecto, más aún, todas ellas en coordinación, - deberían empezar a plantearse análisis y estudios serios sobre el tema de las barreras arquitectónicas y urbanísticas en las ciudades y pueblos de este país. Estudios y análisis coherentes y serios sobre éste y otros temas relacionados con la integración, que no se pueden afrontar a partir de la multiciplicidad de casos aislados que vayan surgiendo. Que necesitan actuaciones globales, basadas en procedimientos racionales y totales, pensados con la misma "normalidad" que se hace con otras actuaciones diariamente, si queremos realmente nuestras ciudades y pueblos sean un lugar en el que todos podamos vivir con "normalidad". Ya entiendo que hay un problema económico y presupuestario por el medio. Pero si no empieza por modificarse la mentalidad con la que los responsables políticos, y en general la sociedad, afrontan el mundo de la discapacidad y las exigencias de integración, malamente entrará en consideración la necesidad de destinar los recursos presupuestarios que hagan plausible poco a poco la asunción de la diversidad por parte de todos.
Esa misma mentalidad, tan estrecha, tan poco capaz de ponerse en el lugar de los otros, es la que me preocupa en cuanto a la reglamentación que habrá de venir para desarrollar la llamada Ley de Dependencia. Esa mentalidad y algunos de sus enunciados, la verdad. Pero eso será otro día.
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