Algunas inquietudes personales en torno a la Ley de la Dependencia
Leemos hoy en el Periódico de Aragón la advertencia que hace el Gobierno de Aragón de que la Ley de Dependencia tardará, por lo menos, medio año en aplicarse, debido en esencia a la necesidad de ir estableciendo los diversos reglamentos precisos y de calificar el grado de dependencia de los afectados por ella. Bueno, aunque lo ideal sería que las medidas propiciadas por la ley empezasen a materializarse cuanto antes y viéramos lo más pronto posible construirse el llamado Sistema Nacional para la Dependencia, ese nuevo pilar del estado del bienestar, como le dicen, también es de comprender que la cantidad de población que se ve implicada por la nueva ley, así como las precisas tramitaciones administrativas, impiden una puesta en marcha inmediata.
Pero lo cierto es que tanta advertencia asusta un poco. Es lógica desde el punto de vista de la Administración. Pero asusta un poco. Ya se sabe que cuando se pone el punto en un límite de plazo, nunca se acaba cumpliendo éste, o por lo menos no en todas las cosas ni en todos los campos previstos. Esperaremos que ello no suceda ahora.
Sin embargo hay más cosas que, ya hace tiempo -desde que empezó a circular el texto, entonces aún no definitivo, de la ley- me han preocupado. Inquietud por un lado en relación a cómo se vayan a poner en práctica algunas de las medidas: ejemplo, el tan polémico copago de los servicios. Por otro, preocupación relacionada con señaladas ausencias de conceptos y previsión de actuaciones.
La ley habla mucho de asistencia, de asistentes personales, de centros, de ayudas económicas. Habla en general en algún momento de que las distintas instancias deberán coordinarse. Pero no se establece nada concreto respecto a esta coordinación a nivel real. Sí se determinan una serie de órganos oficiales al respecto a muy alto nivel. Pero no he encontrado ninguna previsión acerca de cómo deberán actuar sobre el terreno las comunidades autónomas. Y eso me preocupa mucho. Porque queda todo demasiado en manos de la reglamentación. Lo que significa que tendremos que luchar desde las instancias sociales afectadas porque esos reglamentos no nos jueguen malas pasadas. Lo que ocurre es que a menudo, la lucha diaria por la cotidaneidad es tan absorbente que quedan pocas fuerzas para otras cosas. Y eso me parece que el legislador no lo ha sabido ver.
Igualmente me preocupa que todas las medidas previstas parecen girar en torno al mundo de la discapacidad adulta -necesarias, por supuesto, en su totalidad y más, si se hubieran contemplado-. Pero no se habla nunca de la especificidad de la discapacidad en el terreno de la infancia: la necesidad de orientación a las familias, de asistencia psicológica, social; de creación de entidades donde la coordinación -de nuevo el concepto- de asistencias sea real: la física, la educativa, la psicológica, evitando el habitual peregrinaje de las familias hasta encontrar la opción más adecuada para sus hijos y para ellas (con relación a este tema en concreto, es muy recomendable leer el comentario de hoy en el blog de Lamima)
La ley habla mucho de las personas que ya están instaladas plenamente en el ámbito de la discapacidad. Pero no lo hace de las que empiezan a recorrer ese camino o han empezado recientemente a hacerlo. Me preocupa que no se haya avanzando en una perspectiva más completa y totalizadora de los apoyos sociales, médicos, educativos y psicológicos que se precisa para desarrollar una vida en discapacidad en las mejores condiciones posibles en cada caso. No sé, tengo la sensación de que hay cosas que no terminan de redondearse -por decirlo educada y suavemente- , cosas que los legisladores no han terminado de comprender. Quizás es porque la sociedad tampoco lo hace.
En este sentido, me ha parecido también sobrentender hoy en el reportaje publicado por El Periódico de Aragón una cierta autocomplaciencia respecto a todas las medidas ya existentes en atención a la dependencia. Y eso me preocupa también porque es como rebajar el nivel de expectativas creado por la aprobación de la ley. Y para quienes han puesto tantas esperanzas en lo que dicha ley pueda ayudar, esa rebaja a priori no es buena ni alentadora, claro.
Ojala mis temores sean infundados. Ojala sea más ansiedad injustificada que fina intuición. Ojala. De todas las maneras, sé que habrá que pelear por cada cosa. Eso es lo que nos dicta la experiencia.
(*La imagen viene de http://www.bds.esc.edu.ar/_wordpress/index.php?cat=6, e ilustra el relato de una experiencia vivida por la comunidad escolar de Belgrano Day School sobre la realización de una serie de actividades de la vida cotidiana en condiciones de discapacidad. Esta imagen y otras de la nota reproducen murales pintados para la ocasión)
6 comentarios
Luisa -
Un beso.
Luisa -
Ybris -
Resulta que cuando una ley procura convertirse en un pilar del estado de bienestar extensible a todos empiezan a aparecer avisos de prudencia, dilaciones, copagos, la sombra del gasto público...
Casi como si la economía de mercado tuviera miedo de perder espacios privados.
Besos.
jio -
que las instancias se coordinen, sí, eso lo veo como primordial. salud y gobierno, ha habido momentos que de impotencia me he apretado tantos los puños.... muchas veces no se dan cuenta que juegan con la salud de las personas siendo un mero número formulario en un papel.
y las instituciones de ayuda, bueno.... también he ido observando que "entre ellas" no se llevan bien, así dfa con atades no se deben poder ver mucho, etcétera.
un rollo todo esto, pero es que es la salud, no una devolución de hacienda, joderrr....
besico luisa, y ánimos con tu chavalo y a por todo.
Luisa -
Yo de todas las maneras, siempre quiero ir para adelante.
Un besazo de los especiales;)
lamima -
Demasiados interrogantes, y seguramente demasiadas necesidades como para permitir retrasos pero eso es lo que hay.
Venga hermosa, que van a decir que somos pelín cenizas (¿o no?) Ay!