Los dueños del vacío, de Luis García Montero
Hace unos días, concretamente el jueves, 16 de noviembre, presentó en Zaragoza su libro, Poesía, 1980-2005, Luis García Montero. No pude ir al acto público, aunque me hubiera gustado, porque admiro sinceramente la obra de García Montero y tengo en alto concepto también sus actitudes públicas personales y su trabajo como estudioso de la literatura, que lo es y muy serio. Hubiera sido grato escucharle, sin duda. En este libro el poeta granadino reúne los libros publicados a lo largo de veinticinco años y, según dijo por la noche en el programa de Aragón Televisión "Vaya Comunidad", algunos poemas que no habían sido publicados. Todavía no he repasado el libro en su totalidad. Pero está muy bien disponer de toda la obra poética de García Montero, hasta el día de hoy, en un volumen, que se ha de convertir así con seguridad en libro de cabecera, puesto que no es descubrir nada decir que García Montero es uno de los poetas españoles actuales que ofrece uno de los universos poéticos mejor construidos y una iconografía más elaborada y personal.
Este libro viene acompañado de otro que no ha tenido quizás tanto eco en los medios de comunicación. Un libro que a mi me ha parecido también muy importante. Es un ensayo titulado Los dueños del vacío, y en el que García Montero realiza un formidable análisis de la poesía contemporánea a través de la obra de García Lorca, Alberti, Neruda, Cernuda. Pero este libro es también un ensayo que acerca al lector la propia concepción poética de García Montero. El prólogo es una pieza inteligente y clara en la que el autor estructura las bases del pensamiento desde las que va a afrontar su estudio, dibujando con algunas proposiciones de perfil filosófico el territorio en el que García Montero entiende que se construye la poesía contemporánea. Va diciendo:
"Lo permanente y lo invariable son un barniz que apenas cubre la lógica interesada de las coyunturas. La indagación en la identidad acaba descubriendo el vacío de una naturaleza, íntima o cultural, sin verdades esenciales, sin inocencia posible, sin desnudo. No basta con encerrarse en la propia subjetividad para resolver las contradicciones individuales de la existencia. Tampoco el viaje hacia el optimismo de los vínculos sociales consigue mejores resultados. Hay que cuidarse de las utopías, sobre todo de las poco humildes, porque se hacen realidad y nos queman las manos..."
"El acercamiento a las verdades colectivas, igual que el ensimismamiento individual, acaba deshabitando la voz, disolviendo las verdades en el vacío. Es una constante que, de una u otra manera, ha marcado la obra de grandes poetas contemporáneos como Eliot, García Lorca, Alberti, Cernuda o Neruda. No es extraño que sus poemas fuesen protagonizados por criaturas sin desnudo, o trajes vacíos, o seres asesinados por el cielo, formas distintas del hombre deshabitado. Eran las figuras llamadas a encarnar la crisis de un sujeto moderno que, desorientado por los avatares de la realidad, se encerró en su propia identidad hasta llegar a la Nada, y que luego salió al exterior, para intuir los peligros de una disolución en el Todo. Este itinerario agobiante no fue tiempo perdido, porque el doble descubrimiento del vacío provocó un estado de conciencia. La palabra de los poetas se edifica en las preocupaciones prioritarias, aunque a veces poco publicitadas, del mundo contemporáneo. Intuyen y reflexionan líricamente sobre lo que años más tarde se convertirá en asunto periodístico..."
"El vacío es una metáfora. La falta de verdades esenciales no evita que haya siempre elaboraciones ideológicas, realidades imaginarias, que ocupan los huecos de la intemperie. Somos una elaboración con historia. Nada está más lleno que el vacío, nada soporta una sobrecarga superior a la hora de escribir que la página en blanco. Precisamente por eso conviene ser dueño de nuestro propio vacío, amueblarnos con nuestra libertad de decisión, dándole en cada caso a la identidad lo que es de la identidad y a los vínculos lo que es de los vínculos. Ya sé que se trata de un optimismo melancólico, un acto de voluntad, un territorio más bien frágil si se compara con los fundamentos sólidos de las certezas, de las patrias, las religiones y los dividendos que hoy ruedan por el mundo. Pero es el único territorio que tengo, que me ayuda a defenderme del cinismo, que me permite negarme a la renuncia, que me perdona con dignidad cuando me atrevo todavía a defender una ilusión colectiva. Vivimos una época que apaga las puertas y cierra la luz, es decir, que se precipita a confundirlo todo, para dar por cerradas las promesas más luminosas de la Modernidad, mientras deja en penumbra las puertas que no responden a los caminos previstos por una imperiosa homologación de las conciencias individuales. Tal vez la palabra de los poetas, dueños de su propio vacío, sea una buena compañía en la desorientación y en la perplejidad. "
Después de esto (si es que después es) o seguramente antes en el orden del trabajo y la elaboración de los textos, García Montero discurre por las obras de los poetas contemporáneos con una solidez de pensamiento y una capacidad de análisis muy clarividentes. Ordena y explica los fundamentos de la poética de los autores estudiados y de la poesía contemporánea en general a través de los siguientes capítulos, cuyos títulos son suficientemente ilustrativos de lo que hay debajo de ellos:
La tormenta secreta de lo bello
El óxido de la melancolía
La conciencia y la identidad
El poeta y la ciudad
El erotismo y la tristeza
La disciplina de San Juan de la Cruz
La lección de Pablo Neruda. Alegría y temor del compromiso
La lección de Luis Cernuda. El poeta y el surrealismo
En mi pequeña opinión, creo que si se puede acompañar la imprescindible lectura de la obra poética de García Montero con la de este sustancioso libro "Los dueños del vacío", se comprende también mucho mejor la voz del poeta Montero, amén de las de los que le precedieron.
Poesía (1980-2005).Tusquets, 2006. Hay también una edición en Círculo de Lectores.
Los dueños del vacío. Tusquets. Colección Marginales. 2006
2 comentarios
Luisa -
Cuídate mucho. Yo sí puedo enviarte un beso.
Ybris -
Y no sólo por su obra sino, como dices muy bien, por su actitud personal.
Todavía no he leído "Los dueños del vacío", pero lo haré sin duda.
Un abrazo (Que beso aún no puedo).