La explicación
He llegado a buena marcha hasta el final de la calle. Y eso que el final de la calle quedaba para mí en lo más lejano. Cerca de la orilla del parque, junto al puente que sobrevuela la autopista, un hombre vestido de pantalón marrón y camiseta verde ha estado mirando largo rato como temblaban las sábanas blancas tendidas bajo unas ventanas. Lo he visto mientras seguía hacia el puente que sobrevuela la autopista. Blanco de las sábanas sobre el gris y el rosa urbanos de un edificio al que este hombre que lo mira ha significado. Yo no hubiera visto las sábanas, por muy blancas que fueran, si el hombre de marrón y verde y deportivas azules no las hubiera estado mirando. Si han sido suyas las sábanas alguna vez en su cama, no lo sabré jamás. Ahora parecía un hombre huérfano de sábanas. He traspasado el puente que vuela sobre la autopista y he cruzado a la acera de enfrente. Regreso sobre mis pasos, pero el hombre sin sábanas ya no estaba mirándolas. Bajo el puente, una sábana blanca se aquietaba en la tarde sobre un perfil humano y el asfalto. He tropezado entonces y he tenido que detenerme para recolocarme la zapatilla que se me ha salido del pie, mientras las ambulancias y la policía a toda velocidad cerraban el paréntesis y, por eso, casi no te oía cuando me has llamado para recordarme que había que comprar pan.
* La imagen es de una pintura de María Teresa Larrain, titulada Ropa Tendida II y esta colgada en la web de la Galería del Cerro.
2 comentarios
Luisa -
Me alegro de que te haya gustado, a pesar de la cosilla que entra. Un besote, guapa.
laMima -
Y al final otra sábana que termina todo..
Bonito relato Luisa. Estupendo de verdad.
Besicos ¿asustados?