Erik Satie: Le roi des Haricots
Hace unos días compré en "Los Portadores de Sueños" un libro que me gusta mucho: "Memorias de un amnésico y otros escritos", que recoge una serie de textos del músico normando Erik Satie, cuya obra igualmente me gusta mucho. No la conozco a fondo. Pero me lo propongo: ir poco a poco encontrando piezas. Quiero hacerlo un poco al azar, buscándolas, pero igualmente dejándome sorprender. Hay mucha música de Satie, a parte de las conocidas Gymnopédies y Gnossiennes, que son indudablemente una maravilla. La música de Satie, aunque aparentemente simple, me parece difícil de entender. Es casi siempre una voluntaria abstracción, muy evocadora, pero abstracción sonora, al fin y al cabo. Por eso quiero traer un parrafo de estas "Memorias de un amnésico y otros escritos" que explica muy bien el concepto que de su propio trabajo tenía el músico (aunque hay que tener en cuenta que a Satie le gustaba jugar con casi todo).
" Todo el mundo les dirá que no soy un músico. Es verdad, desde el principio de mi carrera me clasifiqué enseguida entre los fonometrógrafos. Mis trabajos son pura fotométrica. Si se cogen "Fils des Ëtoiles", o "Morceaux en forme de poire", "En habit de cheval" o "Sarabande", se verá que ninguna idea musical ha guiado la creación de estas obras. La reflexión científica es lo que domina.
Por lo demás, me lo paso mejor midiendo un sonido que escuchándolo. Con el fonómetro trabajo alegre y seguro.
¿Qué no habré pesado o medido? Todo Beethoven, todo Verdi. Es muy curioso.
La primera vez que utilicé un fonoscopio, examiné un si bemol de tamaño medio. No he visto nunca, les aseguro, cosa más repugnante. Llamé a mi criado para lo que viera.
En la fonobáscula, un fa sostenido ordinario, muy común, llego a 93 kilogramos. Procedía de un tenor muy gordo al que pesé.
¿Conocen ustedes la limpieza de los sonidos? Es bastante sucia. El hilado es más limpio; saberlos clasificar es minuciosísimo y requiere buena vista. Estamos en la fonotécnica.
En cuanto a las explosiones sonoras, a menudo tan desgradables, el algodón, tapando los oídos, las amortigua bastante bien. Estamos en la piro-fonía.
Para escribir mis "Piéces Froides" utilicé un caleidófono grabador. Tardó siete minutos. Llamé a mi criado para que las escuchara.
Creo poder afirmar que la fonología es superior a la música. Es más variada. El rendimiento económico es mayor. Le debo toda mi fortuna.
En todo caso, en el motodinamófono un fonomensor mediocremente experimentado puede, fácilmente, registrar más sonidos que el más hábil músico, en el mismo tiempo y con el mismo esfuerzo. Gracias a ello he escrito tanto.
El porvenir está, pues, en la filofonía. "
Erik Satie: "Memorias de un amnésico y otros escritos". Ediciones Ardora, 2005, que ya lo había editado en 1994, recuperando la primera edición en castellano realizada por Fugaz Ediciones en 1989. Absolutamente recomendables la presentación de Llorenç Barber y la introducción de Loreto Casado, también traductora.
Cuando viajamos a Normandia hace tres años, pasamos unos cuantos días en Honfleur, localidad natal de Satie. Su casa está preciosamente guardada y convertida en un estupendo, acogedor y divertido museo. Recupero un post que escribí al principio del blog recordando aquella estancia y lo completo arriba con la foto del puerto maravilloso de Honfleur que utilicé entonces:
La música de Erik Satie me aletea en el estómago. A ratos me corta la respiración y luego me devuelve a la tranquilidad más clara que conozco. Escucho a Satie y Honfleur en mi memoria es como el lugar al que siempre se podría volver si quisiera detenerme un tiempo, si quisiera recuperar un lugar donde se cruzan los vientos y los tiempos.
Estuve en Honfleur, la ciudad natal de Satie y donde se puede visitar su casa (hoy museo) hace dos años. Los días más largos que he podido vivir los he vivido en Normandía, pues el sol no se ponía hasta más allá de las once de la noche. Esos anocheres espectaculares sobre el oceáno Atlántico eran de una belleza tan brutal que casi hacía daño. Esa luz, dignificadora del paisaje y de las arquitecturas, fue la que cautivó a los impresionistas. El puerto de Honfleur sigue siendo un lienzo impresionista.
Por el contrario, la casa-museo del músico Erik Satie es acogedera como una juguetería -¿te acuerdas, Raquel? -. De dimensiones encorvadas hacia adentro, como todas las casas tracionales de la villa -y más aún si eran de pescadores- la casa aparece llena de curiosos artilugios e inventos del músico, tan surrealistas como algunos de sus arpegios, tan dadaístas como muchas de sus notas-suspiros. Mientras la recorríamos, sobrevolaban las paredes las Gymnopedies y las Gnossiennes y otras piezas que ya no reconocía tan bien, pero que me fascinaban igual y que poco a poco ahora voy recopilando. Era como estar dentro un travieso agujero negro en el que nostalgia y alegría anduvieran revueltas y en fusión.
He intentado incluir en el post una grabación desde "Evoca.com": o yo soy torpe -que es posible- o blogia no soporta el código que genera este sitio para pegar las grabaciones a los blogs. En fin, os remito a una de las muchas páginas donde se puede encontrar música de Erik Satie: Last.fm, por ejemplo. Ahí está la pieza que da título al post: Le roi des Haricots.
(*Además de las varias interpretaciones "clásicas" que existen de la música de Satie, es muy recomendable la versión jazzistica de Jacques Loussier Trio.)
9 comentarios
Luisa -
patri -
lamima -
Luisa -
Fernando -
Luisa -
En Honfleur disfruté mucho con la belleza de sus arquitecturas, sus calles, el puerto, la luz tan especial, tan especial, el mar... Es un rincón del mundo de esos un tanto mágicos. A lo mejor me animo y cuelgo más fotos.
Muas para ti aussi, mon amie.
lamima -
Ya tenia referencias de la belleza de Honfleur, esa foto es preciosa. Y también lo que escribes acerca de esa visita..que bonito es disfrutar de los viajes.
Mua!!
Luisa -
Honfleur es un sitio especial. De eso no tengo ninguna duda. Y todos los parisinos que recalan por allí están de acuerdo.
Besos.
Ybris -
Hoy con Satie he disfrutado escuchando una vez más su primera "Gymnopedie" y leyendo sus juguetonas reflexiones sobre su calidad de fonometrógrafo.
Gracias por esa foto exactamente impresionista.
Besos.