A las once de la mañana hacía un día espléndido. Y ha hecho un día espléndido toda la jornada. Aunque las cosas no han salido como habíamos planeado -no es un hecho insólito, ¿no? La cita era en Zaragoza, en La Chimenea, para irnos a Tauste. A ver el retablo mayor de la iglesia de Santa María de Sancho Abarca y la torre mudéjar, a darnos una vuelta por el pueblo y a comer en Lo Candeque, que todo se lo había trabajado muy mucho días anteriores la taustana Mari Sancho. A la hora acordada en La Chimenea estábamos Gabriel del Molino y sus tres chicas, Javier Mendivil, José Antonio Melendo, Marisa Lamarca, Fernando Sarría y yo misma. El primer tropezón lo ha sufrido en directo la brava Mari Sancho. Su niña Julia se ha puesto con bronquitis y a la hora de irnos para Tauste estaba en urgencias del Hospital Infantil. También nos faltaba Inma, - Lamima,- y sus dos pequeñajos, que tampoco han podido venir porque Ainhoa tiene una conjuntivitis de caballo, que se dice. Los niños, ya se sabe. Mari Sancho se convierte en nuestra sombra telefónica y nos vamos para Tauste.
El rato de viaje se me ha hecho muy cortito. José Antonio venía contándonos cosas de su participación en la exposición "Tierras de frontera" que va a inaugurarse muy pronto en Teruel y Albarracín y para la que ha hecho unas fotografías francamente buenas. José Antonio, Fernando y Marisa hablaban mucho de blogs y de palabras, mientras sonaban las baladas de Scorpions entre las tierras áridas. Seguía haciendo un día espléndido -en contra de las previsiones, que anunciaron lluvias toda la jornada-. Qué magnífica vista la de la torre mudéjar de Santa María cuando se encara Tauste. Yo ya pensaba en las fotos estupendas que le iba a hacer José Antonio a la torre y me lamentaba interiormente de que no pudiera hacer lo mismo con el retablo, que está en trabajos de restauración, aunque -me decía- a lo mejor le dejan hacer alguna. Sigo siendo un poco ilusa.
Nada más llegar delante de la portada de Santa María, Mari Sancho que seguía en Zaragoza pendiente de su niña, nos cuenta por teléfono que el párroco se niega ahora a abrirnos la iglesia. Los días de antes, Mari Sancho había negociado con él y con el encargado de la restauración del retablo que nos dejaran entrar a hacer una visita, que lógicamente iba a mantenerse en los términos en que ellos nos indicaran. Pero, con la iglesia hemos topado -dice el sabio refrán- y así ha sido, porque el señor párroco se ha ido -llave en bolsillo- a ver un partido de fútbol -según Fernando Sarría- y ya nada más hemos sabido de él. Nadie más se ha atrevido a abrirnos la iglesia. Y eso que en la placa de la entrada de la iglesia reza que las visitas los sábados son de 10 a 14 horas. Mari Sancho es la que peor lo ha pasado, frustrada por este feo que le han hecho, habiéndose desvivido tanto porque tuviéramos un día intenso y completo en su pueblo. Mientras tanto habían llegado a Tauste Fernando y Carmen, con su pequeña Ixeia -guapa, dulce y tan tranquila que había que mirarla todo el rato para cerciorarte de que seguía allí- y Teresa y Manel, - dos enamorados de Zaragoza, dos catalanes que han elegido esta ciudad para vivir porque les parece tan hermosa como realmente es.-
Ha sido un día espléndido, querida Mari Sancho. Te cuento la visita al retablo, a la que tú no has podido asistir porque estabas en esos momentos cogiendo el coche para venir hacia Tauste. Fernando Sarría, que ha ido a Tauste a hablar del retablo mayor de la Virgen -pues para eso lo investigó en tiempos y compuso sobre él su tesis de licenciatura- se ha convertido en uno de aquellos antiguos contadores de historias maravillosas, que congregaban al gentío en las plazas de los pueblos o delante de las puertas de las iglesias, como estábamos nosotros. Nos ha explicado cómo era el retablo, cuántos pisos, calles, figuras, historias tenía, quiénes lo construyeron y tallaron, qué conflictos hubo entre los artistas, qué partes eran mejores y qué otras de peor calidad. Fernando hablaba y señalaba hacia un virtual retablo que todos veíamos en la fachada de la iglesia, boquiabiertos. A estas alturas, ya nos acompañaba Enrique, embajador plenipotenciario enviado por la Mari. Enrique, amable y encantador de veras, se ha ido en un pis pas a comprar unas postales del retablo. Cuando las ha puesto en nuestras manos el sortilegio ha sido ya completo. El retablo mayor de Tauste, sépanlo todos, es una auténtica joya del patrimonio artístico aragonés. Quien no quiera difundirlo no debe ser consciente de lo que tiene entre sus manos.
Terminado el encantamiento, hemos seguido a Enrique por Tauste, como si lo siguiéramos por Hamelin, y nos ha llevado hasta la ermita de San Antón (o San Miguel). Hemos echado un vistazo por fuera -parece que todo lo que es bien patrimonial de la Iglesia hubiera que verlo desde lejos. Puesto que ésa ha sido la distancia, obvio comentar algunas cosas que me ha sugerido la restauración exterior que he visto. Lo obvio porque pienso que quizás no tenga bastantes elementos de juicio.
Y en esto llegó Mari Sancho. El grupo estaba disfrutando sin duda de su día en Tauste, pero Mari Sancho llegaba humeante. Yo creo que al final, entre el ratico del vermut y el de la comida en Lo Candeque, hemos conseguido ponerle un poquillo de bálsamo y que ha conseguido estar a gusto. Durante la comida se han multiplicado las conversaciones, los chascarrillos y el sentido del humor ha brillado elocuentemente. Fernando-Bambino (sufridor de nuestras diatribas inevitables -por afectados- hacia Blogia) ha sido comprensivo y paciente. Gracias: por trabajar para que Blogia haya vuelto -y por las camisetillas, que todo hay que decirlo-. El camarero ha calado rápido que Fernando Sarría es de Ejea de los Caballeros -bien sabida es la rivalidad entre ambas localidades cincovillesas-, y ambos han cruzado algunas perlas con la conocida locuacidad de la comarca. Por cierto, la sobremesa ha concluido inevitablemente en el momento en que hemos atisbado por el quicio de la puerta a nuestro antes diligente camarero disfrazado ahora de tomate maduro. Qué decir. Es Carnaval.
De verdad, Mari Sancho que ha sido un día espléndido. Un día que allí, en Tauste, hemos terminado viendo cómo toda la chiquillería, y la que ya no era tanto, se iba preparando para el desfile de Carnaval. Carnaval, Mari Sancho, hay que disfrutar. Y te voy a decir una cosa: pensaba escribir un post en otro tono - ya me entiendes: mira el título-; pero no me da la gana. El día ha sido espléndido. Lo hemos pasado francamente bien y ésa es la sensación que debe perdurar. Espero que a tu vuelta a Zaragoza, la moñaca Julia estuviera un poco mejor. Nuestro camino de regreso ha tenido como fondo el apagón y resurrección de Blogia. Parece que ya estamos todos en casa. Un beso, Mari, y gracias.
Más cosicas cuentan la propia Inde, Camyna, y José Antonio Melendo (con muchas fotos, de las que le robo una) y Javier_Pasapués, que ha colgado ¡el video de la explicación de Fernando sobre el retablo mayor de Tauste!