Blogia
pandeoro

Diversos

¡Me rindo!

¡Me rindo!

 

 

          No me voy de Blogia. Todavía no estoy preparada para ello. Estoy unida sentimentalmente a este alojamiento. Desde él os he encontrado a muchos de vosotros. Así que pienso en irme y me dan las siete cosas. Además Blogia es de aquí, de mi tierra; la han construido gentes de Aragón. Y sé, según me dicen, que sus responsables hacen todo lo que pueden. Pero yo ya no puedo más. Llevo más de un mes soportando que desde el mediodía (hora de España) el Pandeoro se recauchute en el horno, sin que se pueda abrir la puerta más que de casualidad. No volvemos a la normalidad hasta la madrugada. No me parece una situación de recibo para los que venís hasta aquí. Me parece una falta de respeto hacia vosotros. Y de éso me siento responsable. Yo ya sé que no son ésos los parámetros con los que funciona la red de redes, donde priman los condicionantes técnicos. Pero es cierto que en un blog se establecen corrientes de simpatía, de afecto, se comparten opiniones, se dirimen temas, y sobre todo hay alguién que está ofreciendo algo a unos lectores, amigos o no. No puede ser que un día sí y otro también, quien quiera llegar a esta página se encuentre con la puerta en las narices. Yo me siento mal con ello. Aparte de los malos ratos que se pasa intentando subir un post, durante horas, sin llegar a conseguirlo.

          No me voy de Blogia, de momento. He creado un blog paralelo, que tiene el mismo nombre: Pandeoro. Ni es clon, ni gemelo. Porque empieza desde ahora y tiene otra cara. Además todavía no está terminado del todo: faltan enlaces y demás. Pero a partir de ya voy a ir duplicando los post en uno y otro. Así que cuando Blogia dormite, podéis ir a este otro Pandeoro. O directamente allí, como queráis. Ya veré con cuál me quedo al final, o en que acaba este invento de duplicidades. Universos paralelos: cuerda floja.

          Pido disculpas a todos por las molestias.

 

          El otro Pandeoro: http:luisamr.blogspot.com  (pandeoro no estaba disponible: entendí bien a Javier Cuartero).

Buen retorno

Buen retorno

 

 

 

                       Hay un lenguaje sin forma y sin sonidos, hecho de pequeñísimos, inapreciables gestos; de puras intenciones que no hace falta conformar, que fluyen entre los seres que amamos y nosotros, entre los espacios que con ellos ocupamos, entre el tiempo por el que nos reconocemos. Esto es así. Supongo que a todos nos sucede con unas u otras personas queridas. Este modo de reconocimiento es vital, es el que nos salva cuando nos encontramos apresados, a veces, en la torre de babel de nuestras mil polisemias. A mí, por lo menos, me salva, me devuelve desde la confusión a la claridad, desde la profusión incierta del bosque a la calma del puerto.

 

         En días como éstos, una siente que así se está bien.

 

*La fotografía proviene de la Galería de David Alayeto ©

Sábado de primavera

Sábado de primavera

 

 

               Hoy, en Zaragoza, ha hecho un día luminoso, aunque tremendamente zarandeado por el cierzo. No es extraño el viento en la ciudad por esta época. Pero este año todo está un poco patas arriba: hace una semana estuve abonando, plantando y trasplantando en manga corta, y, sin embargo en los últimos días llegó incluso a nevar. Esta mañana de portentoso sol, ha llovido no obstante durante un rato. Aunque ese rato lo hemos pasado a cubierto, dentro del edificio espléndido y renacentista de la Lonja, donde tiene lugar hasta el próximo día 23 de abril una maravillosa exposición de piezas importantes del escultor arágones (y catalán de adopción), Pablo Gargallo. En esta ciudad estamos (o deberíamos estarlo por lo menos) acostumbrados a la presencia de Pablo Gargallo, pues no en vano contamos con un magnífico museo dedicado al escultor, instalado en el bello Palacio de Argillo, del siglo XVII que en estos momentos se está renovando. Pero la exposición aporta piezas de otros museos, de colecciones particulares y de la propia familia Gargallo, que completan fenomenalmente a las residentes en Zaragoza de forma habitual. Además la selección de piezas, su ordenación y colocación se han pensado muy bien, con mucho espíritu didáctico. Hemos disfrutado mucho. También con un excelente video en el que la hija de Pablo Gargallo, Pierrette, cuenta cosas muy interesantes del trabajo de su padre: sus obsesiones, sus herramientas, sus técnicas, su trayectoria en el contexto internacional del mercado del arte a lo largo de los años y de las circunstancias históricas. Es una pena que el catálogo, magnífico por lo demás, no haya incluido un cd con ese video en el que se nos muestra a Pablo Gargallo con una cercanía en la que pocas veces puede entrar el espectador. Ya digo que el catalogo es por lo demás espectácular, muy hermoso y muy bien hecho. Lo tengo aquí conmigo para mirarlo con calma.

              De la Plaza del Pilar, nos hemos ido paseando, calle San Gil arriba, hasta la librería de Los portadores de sueños. Fernando ha comprado un libro de Juan Antonio González_Iglesias, -"Eros es más"-, un poeta que estuvo hace unos días en Zaragoza y que le gusta ya mucho, y yo me he encontrado allí, en la librería,  con Carol, una antigua -pero muy joven- compañera de trabajo, que ahora vive en Madrid. Ha sido un gratísimo y conversado encuentro, mientras Eva, de los Portadores, charraba con Fernando de poesía y de lo bien que se "tapea" en El Circo, ese bar de toda la vida de la calle Blancas, que tiene una inigualable ensaladilla rusa y una incitante tortilla de patata, y que siempre está lleno y que cae al lado de la librería.

                  Aún nos ha dado tiempo de ir al vivero. Queda mucho trabajo todavía para conseguir que mis tiestos se sientan a gusto en la primavera y el duro verano zaragozano. Abono, tierra nueva, y dos o tres plantas, que se han convertido, inevitablemente, durante el paseo por el vivero, en unas cuantas más, era lo que necesitaba traerme de Jara, un vivero que, supongo, tiene los días contados en su actual ubicación, porque se está quedando en el corazón de la ciudad, al lado de la nueva estación intermodal, la nueva zona de la Milla Digital, los aledaños del nuevo Pabellón-puente sobre el Ebro : unos terrenos demasiado golosos, me temo. Hemos vuelto a casa llenos de arte, poesía y flores, pues.





                   Ahora estoy en casa; el trabajo manda. Pero no dejo de acordarme todo el tiempo de que, mientras tanto, Lluis Llach está cantando su último concierto en su pueblo natal de Verges, en el Ampurdán.  Menos mal que ha dicho que aún terminará el trabajo inconcluso que emprendió con Marti i Pol y que habrá, por tanto, un último disco que está por venir. Pero eso no me consuela, sin embargo. No se lleva esta "basurilla" que me ronda por el estomágo y los ojos. Y, conociendo la fama de coherente y tozudo del cantautor catalán, seguro que intenta cumplir su propósito, de lo cual yo no dejaré de lamentarme. Para que se entienda un poco por qué, remito a un texto que sobre el disco "Poetes" deje números atrás en El Cronista de la Red -lo enlazo más abajo- y os dejo también un enlace a unos segundos de su música
 

 

           Un texto sobre Pablo Gargallo en El Cronista de la Red

           Un texto sobre el Palacio de Arjillo, sede del Museo Gargallo de Zaragoza, en el Cronista de la Red

           Algunos datos sobre la Lonja de Zaragoza

           La página de Los Portadores de Sueños

           La web de Lluis Llach 

           El texto sobre Lluis Llach en El Cronista de la Red

 

Cincomarzada

Cincomarzada

 

 

                        En muchas ocasiones las costumbres ciudadanas de una determinada comunidad se transmiten y establecen sin que al cabo uno sepa muy bien por qué se produjeron. Con las celebraciones ocurre lo mismo. El origen de las fiestas se pierde en la historia y sólo se conserva la forma exterior, que se ha convertido en la razón de ser de la celebración, olvidado ya el hecho que la provocó. Eso sucede en gran medida con la fiesta de la Cincomarzada, en Zaragoza, que se celebra hoy, cinco de marzo -lógicamente-, y es "una fiesta de guardar" de carácter local. Actualmente es una fiesta que se manifiesta en la reunión de la gente en un espacio abierto de la ciudad para hacer una comida al aire libre y organizar algunos actos ciudadanos, que también tiene lugar por el centro histórico de la ciudad. Pero si se pregunta a los habitantes de Zaragoza, hay muchos, muchos, que no saben exactamente a qué alude la fiesta de hoy. Una buena parte la cree relacionada con algún acontecimiento de la lucha contra la invasión francesa. Pero lo que realmente se conmemora es el levantamiento de la ciudad contra el ejército carlista, que pretendía apoderarse de ella, en 1838. Tomo la siguiente explicación de la voz "Cincomarzada" de la Gran Enciclopedia Aragonesa, que remite al texto de Eloy Fernández Clemente y Carlos Forcadell: Estudios de Historia Contemporánea de Aragón; Zaragoza, 1978

                  "Desde 1838, cada 5 de marzo se ha celebrado en Zaragoza una fiesta de carácter popular, con la especial característica de haber resultado con el tiempo un paradigma de la situación política, por cuanto el origen liberal y progresista de la jornada ha hecho que la festividad se oficialice y magnifique en épocas de libertades, reduzca discretamente su presencia en otros tiempos, desaparezca entre 1936 y 1976, y se vuelva a restaurar con paulatina intensidad a finales de los 70. La noche del 5 de marzo de 1838 entraban las partidas carlistas de Cabañero en Zaragoza y la reacción popular desbarató una acción que hubiera cambiado el curso de la guerra, rememorando las gestas que caracterizaron la defensa urbana de 1808. Otro 5 de marzo, el de 1820, se proclamó en la Plaza Mayor la Constitución de 1812, y se procedió a elegir una Junta Superior del Reino de Aragón. La titulación de «siempre heroica» se añadió al escudo de la ciudad tras los sucesos de 1838.En los años siguientes el Ayuntamiento constitucional de Zaragoza declaró festivo el aniversario y lo conmemoró oficial y solemnemente. En 1843 el péndulo de la historia de España lleva al poder a los moderados, y a partir de este momento desaparece la conmemoración oficial. Los zaragozanos, habituados a la celebración, deciden no renunciar a la misma y el 5 de marzo comienza a proyectarse espontáneamente como una salida colectiva al campo y a los alrededores de Zaragoza de gran número de ciudadanos, que acudían a la arboleda de Macanaz y a las orillas del Gállego bien provistos de yantares y bebidas. Aquí nace la tradición que se repetiría durante muchas décadas.Durante el Bienio Progresita (1854-56), la jornada vuelve a ser celebrada oficialmente, y la ciudad vuelve a integrarse en la fiesta. De la misma manera, el día es declarado fiesta cívica entre 1868 y 1874, y particularmente celebrado por los medios oficiales. Durante la Restauración sigue siendo día festivo generalmente, y de cualquier manera queda asentada la costumbre de salir a merendar a los alrededores de Zaragoza. Ya en el siglo xx, el Cabezo Cortado, Buenavista, La Almozara, la Estación de Utrillas..., se añaden a los habituales lugares de celebración, consecuencia lógica de la expansión de la ciudad hacia el sur: los tranvías van llenos de excursionistas y el tío Toni cruza el Ebro sin parar. La blanda dictadura primorriverista no supuso ningún corte en la fiesta, y el primer cinco de marzo republicano alcanzó tonos muy destacados. Durante la República, perdida ya en gran medida la memoria del origen de la fiesta, la diferenciación social se traduce por los lugares sobre los que las distintas clases sociales muestran su preferencia.E1 4-III-1937, el Ayuntamiento acuerda suprimir oficialmente la fiesta, que durante la guerra civil, y hasta 1977, no se vuelve a celebrar, del mismo modo que la calle Cinco de Marzo pasa durante estos cuarenta años a denominarse Requeté Aragonés. En 1977 comienza una discreta recuperación de la fiesta, en su forma tradicional de salida al campo próximo a la ciudad, y en 1979 el primer Ayuntamiento democrático devuelve el nombre a la calle que conmemora la histórica jornada.

             En 1981 el ayuntamiento de Zaragoza recuperó definitivamente la fiesta con la ayuda de las comisiones de festejos de los barrios, peñas, asociaciones de vecinos y otras asociaciones ciudadanas; aquel año se enlazó con las fiestas de carnaval. Desde entonces se vienen celebrando en el Parque del Tío Jorge en el barrio del Arrabal y es una jornada eminentemente lúdica y reivindicativa. Peñas, grupos políticos y asociaciones sociales instalan barras que aprovechan como espacio informativo de sus actividades. Los zaragozanos colman el parque en un día de convivencia y fiesta, en el que se preparan los típicos ranchos y carne asada. Durante toda la cincomarzada se puede disfrutar de pasacalles con cabezudos y música tradicional, verbenas, grupos de animación de calle, charangas, etc. Tal es la participación popular, que en 1999 se abrió un debate para trasladar la fiesta de lugar, puesto que cada año se repiten las quejas vecinales motivadas por el estado de suciedad en que queda el parque tras la fiesta, A pesar de que también se celebra en otros lugares como Casetas o el parque del barrio Oliver (lo que evita que la aglomeración de gente sea mayor) el «tirón» popular que tiene esta tradición hace pensar que el parque del Tío Jorge va a seguir siendo el escenario de la cincomarzada durante muchos años más."



(Este año la fiesta ha cambiado de escenario, por hallarse el parque del Tio Jorge en renovación. Se celebra en el Parque de Oriente, no sin polémica de nuevo).



* La imagen representa  el Cartel conmemorativo de los hechos acontecidos en 1838 realizado por el diseñador Alberto Gamón y editado por el Centro de Historia de Zaragoza (Ayuntamiento de Zaragoza) dentro de una serie de postales



Con la Iglesia hemos topado...

Con la Iglesia hemos topado...

 

 

              A las once de la mañana hacía un día espléndido. Y ha hecho un día espléndido toda la jornada.  Aunque las cosas no han salido como habíamos planeado -no es un hecho insólito, ¿no? La cita era en Zaragoza, en La Chimenea, para irnos a Tauste. A ver el retablo mayor de la iglesia de Santa María de Sancho Abarca y la torre mudéjar, a darnos una vuelta por el pueblo y a comer en Lo Candeque, que todo se lo había trabajado muy mucho días anteriores la taustana Mari Sancho. A la hora acordada en La Chimenea estábamos Gabriel del Molino y sus tres chicas, Javier Mendivil, José Antonio Melendo, Marisa Lamarca, Fernando Sarría y yo misma. El primer tropezón lo ha sufrido en directo la brava Mari Sancho. Su niña Julia se ha puesto con bronquitis y a la hora de irnos para Tauste estaba en urgencias del Hospital Infantil. También nos faltaba Inma, - Lamima,- y sus dos pequeñajos, que tampoco han podido venir porque Ainhoa tiene una conjuntivitis de caballo, que se dice. Los niños, ya se sabe. Mari Sancho se convierte en nuestra sombra telefónica y nos vamos para Tauste.

         El rato de viaje se me ha hecho muy cortito. José Antonio venía contándonos cosas de su participación en la exposición "Tierras de frontera" que va a inaugurarse muy pronto en Teruel y Albarracín y para la que ha hecho unas fotografías francamente buenas. José Antonio, Fernando y Marisa hablaban mucho de blogs y de palabras, mientras sonaban las baladas de Scorpions entre las tierras áridas. Seguía haciendo un día espléndido -en contra de las previsiones, que anunciaron lluvias toda la jornada-. Qué magnífica vista la de la torre mudéjar de Santa María cuando se encara Tauste. Yo ya pensaba en las fotos estupendas que le iba a hacer José Antonio a la torre y me lamentaba interiormente de que no pudiera hacer lo mismo con el retablo, que está en trabajos de restauración, aunque -me decía- a lo mejor le dejan hacer alguna. Sigo siendo un poco ilusa.

          Nada más llegar delante de la portada de Santa María, Mari Sancho que seguía en Zaragoza pendiente de su niña, nos cuenta por teléfono que el párroco se niega ahora a abrirnos la iglesia. Los días de antes, Mari Sancho había negociado con él y con el encargado de la restauración del retablo que nos dejaran entrar a hacer una visita, que lógicamente iba a mantenerse en los términos en que ellos nos indicaran. Pero, con la iglesia hemos topado -dice el sabio refrán- y así ha sido, porque el señor párroco se ha ido -llave en bolsillo- a ver un partido de fútbol -según Fernando Sarría- y ya nada más hemos sabido de él. Nadie más se ha atrevido a abrirnos la iglesia. Y eso que en la placa de la entrada de la iglesia reza que las visitas los sábados son de 10 a 14 horas. Mari Sancho es la que peor lo ha pasado, frustrada por este feo que le han hecho, habiéndose desvivido tanto porque tuviéramos un día intenso y completo en su pueblo. Mientras tanto habían llegado a Tauste Fernando y Carmen, con su pequeña Ixeia -guapa, dulce y tan tranquila que había que mirarla todo el rato para cerciorarte de que seguía allí- y Teresa y Manel, - dos enamorados de Zaragoza, dos catalanes que han elegido esta ciudad para vivir porque les parece tan hermosa como realmente es.-

             Ha sido un día espléndido, querida Mari Sancho. Te cuento la visita al retablo, a la que tú no has podido asistir porque estabas en esos momentos cogiendo el coche para venir hacia Tauste. Fernando Sarría, que ha ido a Tauste a hablar del retablo mayor de la Virgen -pues para eso lo investigó en tiempos y compuso sobre él su tesis de licenciatura- se ha convertido en uno de aquellos antiguos contadores de historias maravillosas, que congregaban al gentío en las plazas de los pueblos o delante de las puertas de las iglesias, como estábamos nosotros. Nos ha explicado cómo era el retablo, cuántos pisos, calles, figuras, historias tenía, quiénes lo construyeron y tallaron, qué conflictos hubo entre los artistas, qué partes eran mejores y qué otras de peor calidad. Fernando hablaba y señalaba hacia un virtual retablo que todos veíamos en la fachada de la iglesia, boquiabiertos. A estas alturas, ya nos acompañaba Enrique, embajador plenipotenciario enviado por la Mari. Enrique, amable y encantador de veras, se ha ido en un pis pas a comprar unas postales del retablo. Cuando las ha puesto en nuestras manos el sortilegio ha sido ya completo. El retablo mayor de Tauste, sépanlo todos, es una auténtica joya del patrimonio artístico aragonés. Quien no quiera difundirlo no debe ser consciente de lo que tiene entre sus manos.

            Terminado el encantamiento, hemos seguido a Enrique por Tauste, como si lo siguiéramos por Hamelin, y nos ha llevado hasta la ermita de San Antón (o San Miguel). Hemos echado un vistazo por fuera -parece que todo lo que es bien patrimonial de la Iglesia hubiera que verlo desde lejos. Puesto que ésa ha sido la distancia, obvio comentar algunas cosas que me ha sugerido la restauración exterior que he visto. Lo obvio porque pienso que quizás no tenga bastantes elementos de juicio.

             Y en esto llegó Mari Sancho. El grupo estaba disfrutando sin duda de su día en Tauste, pero Mari Sancho llegaba humeante. Yo creo que al final, entre el ratico del vermut y el de la comida en Lo Candeque, hemos conseguido ponerle un poquillo de bálsamo y que ha conseguido estar a gusto. Durante la comida se han multiplicado las conversaciones, los chascarrillos y el sentido del humor ha brillado elocuentemente. Fernando-Bambino (sufridor de nuestras diatribas inevitables -por afectados- hacia Blogia) ha sido comprensivo y paciente. Gracias: por trabajar para que Blogia haya vuelto -y por las camisetillas, que todo hay que decirlo-. El camarero ha calado rápido que Fernando Sarría es de Ejea de los Caballeros -bien sabida es la rivalidad entre ambas localidades cincovillesas-, y ambos han cruzado algunas perlas con la conocida locuacidad de la comarca. Por cierto, la sobremesa ha concluido inevitablemente en el momento en que hemos atisbado por el quicio de la puerta a nuestro antes diligente camarero disfrazado ahora de tomate maduro. Qué decir. Es Carnaval.

               De verdad, Mari Sancho que ha sido un día espléndido. Un día que allí, en Tauste, hemos terminado viendo cómo toda la chiquillería, y la que ya no era tanto, se iba preparando para el desfile de Carnaval. Carnaval, Mari Sancho, hay que disfrutar. Y te voy a decir una cosa: pensaba escribir un post en otro tono - ya me entiendes: mira el título-; pero no me da la gana. El día ha sido espléndido. Lo hemos pasado francamente bien y ésa es la sensación que debe perdurar. Espero que a tu vuelta a Zaragoza, la moñaca Julia estuviera un poco mejor. Nuestro camino de regreso ha tenido como fondo el apagón y resurrección de Blogia. Parece que ya estamos todos en casa. Un beso, Mari, y gracias.

            

                Más cosicas cuentan la propia IndeCamyna, y José Antonio Melendo (con muchas fotos, de las que le robo una) y Javier_Pasapués, que ha colgado ¡el video de la explicación de Fernando sobre el retablo mayor de Tauste!




Bloggellón 5.0

Bloggellón 5.0

 

          Éxito sin paliativos y con diéresis, como dice Mariano G., de la última versión del Blogellón zaragozano. Hay ya muchas crónicas por ahí de los diligentes bloggers-blogueros: se pueden seguir a través de la propia sede del Bloggellón. ¡Cómo nos lo pasamos!: hubo libros, mucha conversación, más risas y muchos nuevos encuentros. Ambientazo.  Y lo de Tauste promete moggellón.

 

*Por cierto, terminé con estupendo libro de Herman Melville (Bartleby, el escribiente). Llegué a él después de que me tocara Plenilunio (Antonio Muñoz Molina)-leído-  que le cambié a Javier Torres por La hija del caníbal (Rosa Montero), que me cambiaron -no recuerdo quién- por El Camino (Kerouac)- leído-, que cambié por el de Melville, aportado al Bloggellón por Tausiet allá por septiembre pasado.

Niebla, plantas y Déja vu

Niebla, plantas y Déja vu

 

 

        Ayer por la mañana fui al vivero. Siempre me han gustado mucho las plantas y la jardinería. Es una afición que, creo, he heredado de mi madre junto con un buen puñado de rasgos físicos. Me fascinan los viveros tanto como las librerías, las papelerías y los quioscos de prensa. Me gusta mucho pasear por ellos; indagar las diferentes plantas en cada temporada, aprender las que todavía no conozco,  buscar alguna que me encaje en la terraza o en casa, dejarme tentar por especímenes que sé que no son fáciles -y menos en el clima continental de esta ciudad: tengo, sin embargo, una hortensia milagrosa porque lleva conmigo casi nueve años, a cincuenta grados en verano y soportando algunas cruelísimas heladas de estos últimos inviernos, menos benignos que éste, extraño, en el que estamos. Ya no es una hortensia atlántica; le ha cambiado el carácter y las costumbres.

         Ayer me fui al vivero porque ya no soporto la niebla. Y porque este invierno, de días enormemente cálidos a los que, en este valle, siguen otros de sulfurosas y heladoras nieblas, en un discurso de diente de sierra que me está agriando el temple, ha terminado con mis plantas de interior. Estaban en su mayoría tan moribundas y exhaustas que decidí aplicar una piadosa eutanasia a algunas de ellas, decididamente irrecuperables, y trasladar al cuarto-hospital a algunas otras para intentar sanarlas. Aunque sacrificar plantas siempre me deja mal cuerpo, es cierto que, con esta excusa, compré unos cuantos lustrosos y nuevos ejemplares: una cheflera mediana, un anturio, dos kalanchoes, un magnífico poto variegado. Tentada estuve de algunas otras, como de unas hermosas orquídeas que ahora están bien florecidas. Pero me contuve, porque así puedo volver pronto al vivero a buscarlas. Últimamente voy bastante a uno muy pequeñito que se llama La Regadera, una empresa de economía social gestionada por algunas familias de discapacitados intelectuales. Es un vivero de plantas prácticas. Quiero decir que tienen únicamente aquellas especies que se adaptan bien a nuestro adusto clima. Con ello evito algunas veleidades que me han causado más de un disgusto.

         No hubiera salido de allí, porque no quería regresar a la niebla.

         Pasé la tarde siguiendo en la distancia los ecos de las manifestaciones contra el terrorismo y trabajando en varias cosas. Pero la niebla se me había metido debajo de los párpados y hasta la noche no conseguí sacármela de la mirada. Luego me fui al cine con unos buenos amigos. Conseguí olvidarme un poco de la niebla viendo "Déja vu", que aunque tiene muchas pretensiones no sale de ser, a mi modo de ver, una película del montón. Ya sé que lleva en cartelera mil meses, pero es que llevo retraso. Y esta película toca un tema que a priori despierta mi curiosidad, aunque no lo entiendo mucho: la vivencia real de la curvatura espacio-temporal -¡hala!-, o sea de cómo se podría volver al pasado, de cómo se podría accionar sobre él para intentar modificar sus consecuencias en el futuro -¿será posible...?-. La literatura fantástica vive en su esencia de esta hipótesis. Es un tema clásico, como lo es la preocupación por los tiempos paralelos, los tiempos perfectos, la reedición de la vida. Hoy en día es imposible plantear filosóficamente este asunto sin atender a sus fundamentos científicos. Y es en la conjunción entre esos fundamentos y el tour de force al que los somete el guión literario de la película, donde ésta se cae al final estrepitosamente. Nada fuera de lo previsto, por otro lado. Aunque es cierto que la película tiene algunos momentos muy buenos, sobre todo en la ideación del mecanismo energético-informático que permite al FBI acceder al pasado y en la exposición narrativa del puzzle de acontecimientos que van y vienen entre el pasado-pasado y el pasado-presente -¡jo!-.

         En fin que dándole vueltas a estas tonterietas se me quitó la niebla de la cabeza y, por fin, en la madrugada, pude contestar algunos correos que tenía pendientes e irme en paz a la cama, después de charlar un rato con mis nuevos ejemplares de plantas, que tienen que ir acostumbrándose a su lugar.

 




*La imagen es un fotograma de "Déja vu", con su protagonista, Denzel Washington, que interpeta a un policía de New Orleans fichado por el FBI. En la imagen el policía del presente se contempla a sí mismo cuatro días antes.

Nochevieja entre amigos

Nochevieja entre amigos

 

 

 

            Desde hace veinticinco años celebramos la Nochevieja entre amigos. Es una costumbre que se instauró recién terminado el tiempo de la Universidad y que ha continuado sin interrupción. Al principio éramos más y más bullangueros. Fuimos perdiendo unidades en el transcurso del tiempo, reclamados algunos como fueron por otros deberes de familia y de otras amistades. Hace ya tiempo que sólo nos juntamos cinco. Pero a ninguno se nos ocurre por ahora pensar en celebrar la Nochevieja de otra manera ni con otros. Sólo alguna vez hablamos de hacerlo en algún lugar lejano y diferente, como supongo se le ha ocurrido a casi todo el mundo.  Pero permanecemos fieles a esta costumbre nuestra y en muy pocas ocasiones obligaciones fuera de nuestro control nos han impedido a alguno  acudir a la cita. Vamos rotando la casa en la que se organiza la celebración y ponemos siempre un muy especial esmero en la cena y en todos los detalles de la reunión. Pero sobre todo lo que queremos es estar juntos ese rato del territorio mítico que nos corresponde todos los fines de año. Ese deseo lo solemos manifestar en forma de regalos que hacemos los invitados a los dueños de la casa y de éstos a quienes acudimos. Este año Raquel nos trajo a todos detalles comprados en la última Feria de Artesanía aragonesa y los invitados llevamos a la casa huésped música y el "Libro de las Preguntas" de Pablo Neruda e Isidro Ferrer.

         Anoche, pues, los anfitriones fueron Raquel y Ángel. Con Rafa, Fernando y yo misma ya estaba la reunión montada. Bueno en  casa de Raquel y Ángel hay que contar también con Nelson y Bolita, los dos gatos, gris el uno, blanco impoluto el otro, consentidos y guapísimos, que nos acompañaron toda la velada. En el caso de Nelson eso es habitual. No así en el de Bolita, miedoso donde los haya, que por lo general suele esconderse en el rincón más profundo de la casa, cuando hay visitas. Sorprendentemente ayer acudió al salón casi desde el principio de la reunión y allí estuvo paseándose entre nuestras piernas muy tranquilamente. Nelson, al que le gusta siempre reclamar su sitio, se dedicó toda la noche a poner posturas y mohines gatunos diversos para demostrarnos que a él le importaba poco que fuera Nochevieja. Estábamos importunando sus costumbres y lo único que deseaba era que nos enterásemos de ello; su cara de mal genio no tenía desperdicio.

         Ángel es un gran cocinero, así que la cena fue exquisita y abundante. Como el buen vino y el buen cava. Muchas veces, pasadas ya las campanadas, jugamos al Diccionario, creativa actividad donde las haya, que consiste en inventar definiciones para las palabras y adivinar cuál es la verdadera. Hemos conseguido en ocasiones acepciones figuradas realmente sublimes y divertidas, mucho más preciosas y adecuadas algunas que las reales. Este año, sin embargo, nos cogió un poco desganados y nos dedicamos más bien a la conversación y a las risas entre "zappinges". Nada del otro mundo, pero tampoco se trata de pedirle a la noche nada más allá de una buena porción de buena compañía.

         Sólo me fastidió no poder terminar bien a tiempo las uvas. Ángel y Raquel se habían preocupado tanto de que fueran lo más gordas y lustrosas posibles, por aquello de que el año que se iniciaba fuera bien lucido de cabo a rabo, que era imposible que me cogieran en la boca. En fin, espero que las que conseguí tomar cumplan por todos los meses.

         Feliz Año a todos.

 

(*La foto es un homenaje a los gatos de mis amigos y viene desde http://www.mascotasenlared.net/DeRemate/Gatos/Angora1.jpg)

 

 

 

¡Buen camino en 2007!

¡Buen camino en 2007!      

           Reconozco que no soy muy proclive a los balances. Tiendo más bien a echar para adelante con lo que haya. Será porque nací en primavera, esa estación del año en la que todo está siempre por hacer. Sin embargo, creo que es de justicia dar aquí las gracias porque en lo personal ha sido un año ciertamente fructífero y de este modo el balance no se hace costoso. Ha sido un año de mucho esfuerzo, mucho trabajo y nuevos proyectos que espero vayan cuajando con el tiempo.

           Especialmente quisiera agradecer a todos el cariño y la generosidad con que ha sido acogido "Pan de Oro". Mucha gente ha sido muy amable con la novela y conmigo. Mucha gente me ha contado sus impresiones con su lectura del libro y yo las agradezco todas de nuevo ahora. He aprendido mucho con todas las opiniones. Recibirlas y repensarlas ha sido una de las mejores experiencias del año que acaba. Además, los dos Pan de Oro -el libro y este blog- me han proporcionado un montón de amigos que me han abierto sus brazos entrañablemente. Una gran suerte. Como bien dice la buena de Magda, un blog es como el salón de tu casa, en él recibes a tus amigos. Bienvenidos pues todos a esta vuestra casa, gracias por venir y por acompañarme.

            Esta mañana la realidad me ha sacudido a través de la radio. Las cosas que ocurren alrededor suelen afectarme bastante. No acabo pues el año contenta. Pero esta desazón de hoy no empaña todo lo demás; bien al contrario, me hace disfrutar más de ello, apreciar aún más todas estas cosas que me han sucedido. Quiero pues compartir ese bienestar con vosotros. Mis mejores deseos para todos en el año próximo. Las huellas del futuro deberían estar siempre en el camino de la esperanza.

            

            * Ya sabeis que la foto es de José Antonio Melendo.

Viejas costumbres

Viejas costumbres

 

 

         Quiero permitirme hoy una pequeña nota sentimental, en esta tarde de diciembre, hundida mi ciudad bajo la niebla de nuevo, aunque atravesada ya por las luces prenavideñas. Mi nota sentimental no tiene que ver, sin embargo, con estas sensaciones invernales y de nostálgica intimidad. Es lo siguiente. Desde hace bastantes años ha llegado a mi buzón, con inquebrantable voluntad, un pequeño sobre que contenía un boletín de novedades de la Librería Reseña. Cada boletín ha venido encabezado por el mismo texto: "Venta exclusiva por correo de libros nuevos a bajo precio procedentes de ofertas editoriales y de restos de edición". He hecho compras, para mí estupendas, gracias a este boletín, de sencilla presentación, pequeño tamaño, hojas blanco-gris grapadas y olorosa tipografía

         Hoy ha llegado a mi buzón el boletín número 92, con el epígrafe "Último boletín" - el adjetivo  ya me ha sobresaltado- y este texto: "Tal como ya les anticipábamos en nuestro anterior boletín, el presente número es el último ejemplar impreso de nuestras ofertas que, desde 1991, les hemos ido remitiendo a través del correo ordinario a sus domicilios". Continúa la presentación de este último boletín agradeciendo la fidelidad de los clientes y ofreciendo la ya existente página web de la Librería Reseña (www.resenia.com) para las futuras compras, que deberán ser indicadas mediante correo electrónico.

         Yo ya hace bastante tiempo que utilizaba este medio para encargar mis libros. Pero recuerdo bien cuando lo hacía mediante el cupón de pedido, con su línea de puntos por donde cortar, y sus renglones donde ordenar la lista del tesoro, y que durante años he remitido a la Librería Reseña por correo ordinario. A partir de ahora, ya no recibiré pues el boletín de nuevas incorporaciones. Esa es la esencial diferencia con lo que en los más recientes tiempos venía sucediendo en mi relación con la Librería Reseña, que a partir de ahora sería puramente virtual, si no fuera porque me seguirán llegando libros por correo (¿por cuánto tiempo?). Y, aunque convencida defensora de Internet y de sus posibilidades presentes y futuras, hay costumbres que cuesta desterrar y que me gustaría, a pesar de todo, seguir conservando. Su desaparición tiene un inevitable coste emocional.

Mar de invierno

Mar de invierno

 

Una imagen del mar que me gusta.

Se celebraron las VI Jornadas de Internet en Aragón

Se celebraron las VI Jornadas de Internet en Aragón

El viernes, 22 de septiembre, de 18 a 20 horas se celebraron en la Biblioteca de Aragón de Zaragoza las VI Jornadas de Internet en Aragón, dedicadas en esta ocasión a la participación directa de los usuarios en Internet, haciendo hincapié en sus protagonistas y en sus proyectos.

Las jornadas se desarrollarán por sexto año, casi consecutivo, siendo organizadas por la Asociación Interactivo y Multimedia, con la colaboración de la Biblioteca de Aragón y Cadius Zaragoza.

A lo largo de las mismas intervienen los fomentadores y organizadores de la participación directa de los usuarios en Internet, con una focalización en proyectos desarrollados desde Aragón.

Programa:

- Presentación

-Los usuarios toman la palabra: de bitácoras, blogs y otras navegaciones

-Jugando al escondite: ¿quién se ve en Internet? Usuarios, empresas o instituciones

- Usabilidad versus diseño, ¿qué opinan los usuarios? Pasado, presente y futuro

-Los usuarios se reune: Cadius en Zaragoza

- Coloquio

Los organizadores prometen que las jornadas se prologarán en una cena de confraternización.

Todo el desarrollo de las Jornadas y la documentación sobre las mismas puede encontrarse en:

http://www.aragoneria.com/jornadas

 

Meme Serrat

Meme Serrat

Fernando Sarría me ha pasado un Meme al que hay que contestar con el titulo de canciones de un sólo autor. Como me gusta mucho y viene pronto a Zaragoza, he elegido a Joan Manuel Serrat

-¿Eres hombre o mujer?: Penélope

-Descríbete.: Blanca, bruna

-¿Qué sienten las personas cerca de ti?: Res no és mesquí

-¿Cómo te sientes?.: De un mundo raro

-¿Cómo describiría tu anterior relación sentimental?: De cartón piedra

-Describe tu actual relación con tu novio/a o pretendiente.: Ulls clucs, l´amor


-¿Dónde quisieras estar ahora?: En nuestra casa

-¿Cómo eres respecto al amor?: El mal de la tarongina

-¿Cómo es tu vida?: Una vieja canción


-¿Qué pedirías si tuvieras sólo un deseo?: Si jo fos pescador...

-Escribe una cita o frase famosa: Tu nombre me sabe a yerba.


-Ahora despídete: Deixaré la ciutat.


Al parecer, luego hay que endiñarle la tarea a otros. Así que yo se lo paso, amablemente y para que se entretengan un rato, a

Javier Torres, Chema Lera y a Antón Castro (si tienen un pedacillo de tiempo para esta bobadeta, que son todos personas muy ocupadas)

Días de playa y horas - 3 /Cambrils

Días de playa y horas - 3 /Cambrils

Yo sé que hay lugares y playas más hermosos. Pueblos más adornados o de calles más bellas. Sé que hay sitios insólitos y escondidos donde anidar en la naturaleza. Sé que no es el mejor pueblo del mundo. Pero Cambrils es algo más que un lugar de veraneo. Por lo menos para muchos que hemos hecho de esta tópica villa de playa  (sobre todo entre los aragoneses) algo más que ese tópico. Cambrils es un pueblo vivo, verano e invierno. Con gente tremendamente hospitalaria en verano y en invierno. Como en todas partes, en Cambrils ocurre cosas buenas y malas, y como en todas partes en este territorio penínsular, tan codiciado en sus orillas, ocurren desmanes urbanísticos. Sin embargo, el puerto conserva una de las líneas de costa urbana sin duda más bellas del litoral mediterráneo. Ver atardecer en Cambrils , el sol bajando las montañas y las fachadas marinas en sombra, mientras el mar carraspea satisfecho, es uno de los placeres que siempre se recuerdan luego, tierra adentro -y eso que sobre el padre Ebro suceden algunos de los anocheres más tremendamente maravillosos que yo he contemplado nunca-.

Agosto no es el mejor mes para vivir en Cambrils. El pueblo y el puerto están mucho más hermosos en primavera y en otoño. Y el sol y el mar son más generosos entonces con quienes nos acercamos en cuanto podemos a pisar estas arenas de lento hundimiento. Hay mañanas de marzo a mayo tan esplendorosas a la orilla de las aguas que una quisiera echar raíces junto a uno de los juncales que todavía se conservan. En esas mañanas de playas casi desiertas y viento fresco se agradecen los bancos del paseo frente al mar -blancos como las velas de los barcos- donde ramonear y pasar con lentitud las hojas de los periódicos. O se agradece pasear casi en soledad por la larga costa, lentos pasos bajo la luz que canta melodías alegres y meláncolicas, como una sonata barroca. Y cuando el invierno se acerca, con amenazadora oscuridad, Cambrils se convierte siempre en sinónimo de claridad, de horizonte abierto, de cálidos mediodías al carasol del jardín.

En Agosto todo ésto es más dificil. El olor a sal se confunde con los afeites, los bálsamos, las cremas. El ruido de las olas se sumerge bajo la bullanga de las voces francas y radiofónicas, bajo los motores de los automóviles, de sus atronadoras y desagradables bocinas. Hay demasiada paella y demasiada sangría. Demasiada sombrilla multicolor. Sin embargo siempre  quedan rincones menos accesibles en los que poder quedarse a solas, o en buena compañía, con las amigables olas mediterráneas, con las hileras de suaves barquitos que asoman constantemente por el horizonte, con tu mirada de nuevo abierta al mar. Y siempre es posible también acercarse al mar al atardecer, cuando la mayoría de la gente prefiere perderse en tiendas y otros quehaceres, y esperar a que el sol se encienda tras los montes para luego, parsiomoniosamente, emprender el regreso a casa.

Días de playa y horas - 2/ Territorio Mítico

Días de playa y horas - 2/ Territorio Mítico

Es un tópico, ciertamente, hablar del tiempo mítico de los veranos de la niñez. Verano azul* (con perdón). Y por eso mismo me andaba reprimiendo e intentaba escapar de esta tentación que desde hace días me persigue impeliéndome a recordar los interminables días de aquellos veranos, vida a manos llenas. Pero hoy, durante la indolente hora de la siesta – ¡santa mandra del migdia!, chillonas voces infantiles estallaban jubilosas en la lejanía de la modorra contra el claroscuro entornado de mi semiinconsciencia. Y ya no he podido resistirme.

 

Todos sabemos que en la infancia los días de verano duran cuatro veces más que en la vida adulta. De niños, el horizonte del fin de verano está siempre lejano y da tiempo de hartarse de horas y horas propias por entero. Tanto que al empezar  septiembre una, por ejemplo, podía incluso sentir cierto apetecimiento por el comienzo del curso escolar, que siempre venía con olores, tan nostálgicos como prometedores, del papel recién tintado de los libros nuevos o del plástico de las carteras y los estuches de lápices. Hasta ese momento, cada día había sido  una promesa completamente virgen de aventura y descubrimiento desorganizado, que pellizcaba nuestra curiosidad con gozosa alegría e impaciencia por la exploración de territorios que todos los años aparecían como nuevos, renovándose a nuestro mismo ritmo de crecimiento personal.

  

Oyendo como desde muy lejos las voces de los niños vecinos, esta tarde he reconocido las más lejanas voces de mis compañeros de juegos a la misma hora de la siesta, ansiosas por terminar con el silencio y el descanso que imponían los adultos, bulliciosas por las calles de la ciudad que en aquellos tiempos de la memoria todavía podían ser recorridas sin tutela. Los niños de ciudad, hijos de asalariados, pasábamos buena parte del verano en esas calles –con el breve intervalo del viaje a los pueblos paterno y materno, mayormente al materno-, a las que hacíamos escenario de cuántas historias y juegos se nos ocurrían.

 

Todo solía comenzar en la noche de San Juan, en los días anteriores, con la peregrinación de puerta en puerta que hacíamos los chicos y chicas, divididos en estratégicos grupos, en busca de muebles viejos o cualquier tipo de madera o leña con las que se pudieran armar las hogueras de la mágica noche. En mi barrio éstas se prendían en una gran explanada sin construcciones que quedaba justo en frente de mi edificio, al otro lado de la avenida. La tira de petardos valía una peseta. La cena se hacía con las ventanas abiertas, dejando que penetrase en la casa el olor a pólvora y la música callejera. El verano había empezado. Las aventuras estivales daban comienzo.

 

Una de las misiones más apetecida era explorar la casa de la bruja, situada en la parte de atrás de la manzana de edificios en la que habitábamos casi todos los críos y crías de aquellos veranos, y nuestra exploración, pertrechados de palos, espadas (palos más sofisticados), sombreros, pócimas mágicas que fabricábamos con regalices y sidrales y guardábamos en frasquitos de colonia, llegaba hasta rincones realmente peligrosos en aquella casa en ruinas.  Otro reto era atravesar la avenida por el subterráneo de la estación de metro, lo que nos permitía ampliar así nuestro territorio sin violar la orden de adulta de no cruzar la calle. En ese mismo subterráneo del metro erigíamos campamentos de exploradores a base de apuntalar nuestros impermeables, que sacábamos de casa a escondidas, junto a cartones (y nadie, cuando pasaba por delante, decía nada). Las niñas jugábamos a la “goma”, pero también participábamos con los chicos en largas y enconadas batallas de agua (los de la parte baja de la calle contra los de la parte alta): ¡el agua la recogíamos en tiendas y locales, cuyos dueños y dependientes nos la suministraban sin rechistar!. Y ya a punto de finalizar la jornada, casi todos los días, empezaba la competición del salto de pelota que había que botar contra la fachada de uno de los edificios a un altura cada vez mayor –conseguimos algunos que la pelota superara ampliamente la altura del primer piso y saltar sobre ella limpiamente cuando caía al suelo.

 

También había tardes melancólicas de lluvia y de tormenta. Para esas estaban los libros y los programas infantiles a partir de las seis.

 

Es indudable que los días de playa, de montaña o de viaje del verano adulto contienen buena parte del territorio mítico perdido de la niñez. Año tras año representamos la renovada recuperación de libertad de antaño, formulamos con fe el conjuro que nos devolverá al tiempo sin tiempo de entonces, invocamos la pausa que nos situará frente a un espejo en el que siempre nos reconoceremos.

  

            *”Verano azul” es el título de una famosísima serie española de tono familiar y algo melodramática, que cuenta las aventuras y desventuras de una panda de críos durante un verano en la costa del sur de España. Se estrenó hace unos treinta años, creo. Es la serie que más veces se ha repuesto en televisión en España. La dirigió Antonio Mercero, como todo el mundo en este país sabe.

*La fotografía retrata un rincón tranquilo de las playas de Cambrils (Tarragona)

Dias de playa y horas - 1 / La casa y el árbol

Dias de playa y horas - 1 / La casa y el árbol

 

* El dulce y llorón pimentero llegó con la casa y en ella ha crecido, extendiéndose como un prodigio. Preside orgulloso el jardín siempre cimbreándose y siempre cantarín.  Se alimenta del aire del mar y por eso exhala un penetrante aroma de lejana especia que se nos queda en la piel. Sabe ya nuestros nombres y nos reconoce por nuestros pasos en cuanto alcanzamos el camino que atraviesa el jardín desde la calle. Y aunque a veces tardamos en vernos él y nosotros, todos sabemos que es nuestro árbol porque él es el que señala desde lejos el lugar a donde nos dirigimos cada vez que volvemos.



Primero estuvo el árbol. En todas las casas hay un árbol. Si no hay árbol una casa no será realmente la casa. La casa donde abrigarse, donde amar, donde amortiguar dolores o dejarlos extenderse como raíces y luego encoger dentro de una esquina del corazón. Sin árbol no hay casa que albergue el sueño y el descanso, no hay sombra, no hay cielo. Una casa sin árbol huirá de nosotros en cuanto pase un tiempo, porque un árbol resguarda y una casa no puede habitar espacios sin ramas y sin sonido de hojas contra el aire. Y una casa que huye no es una casa. En una casa que huye no hay pan; sólo algunas noches de cuando en cuando arderá con timidez el fuego, y nunca habrá humeante mesa del mediodía aguardando reencuentros, más o menos queridos –esa cuestión forma parte de la versión que cada cual hace de la casa-.  Para que la casa se quede quieta y siempre esté necesita las raíces del árbol y el espacio que delimitan para aposentar cimientos y abrir ventanas por las que asomarse a los otros espacios que vamos aprendiendo. Una casa y un árbol: el resto fluye en lo superfluo del tiempo.



*Un árbol puede ser un árbol, y puede ser un cuadro, el sofá, el lecho familiar, el rincón de la estantería, la mesa de trabajo, el rincón de los juegos o el otro que nos mira… una certidumbre o aquello que se erige como tal con el único fin de fijar un rumbo.



* Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol.

Hoy quisiera estrechar mi ciudad sumergida,

boca de los corales, alma de las esponjas,

dureza de las piedras que se encuentran a veces,

ojos de las estrellas de mar y los peces.

Hoy te quiero cantar más alla,

más allá de donde ha de llegar la canción.

Cómo voy a cambiarle el color a una ola.

Qué se puede querer si todo es horizonte:

qué le voy a enseñar a la suma del viento;

qué le puedo objetar a una noche estrellada

con mi vela amarilla y mi proa emparchada.

Hoy te quiero cantar más allá,

más allá de donde ha de llegar la canción.

Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol.

Cada rizo del suelo es un sueño contado,

algo como un recuerdo, una imagen, un beso,

y en la espalda del día se queda ese algo.

Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol.

Hoy te quiero cantar más allá,

más allá de donde ha de quedar la canción,

mi canción.

(Silvio Rodriguez, del álbum "Mujeres")